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Nos siguen llegando muestras del cine chileno, una
industria aún no muy conocida en España pero que se va abriendo camino
internacionalmente gracias a una nueva generación de directores que demuestran
talento y proyección más allá de los circuitos latinoamericanos. Ese es el caso
de Sebastián Lelio, un realizador con sentido crítico y carga social- como ya
demostró en su más que interesante Gloria
(2013)- que también sabe dar a sus historias una grata dimensión humana
desde su vertiente realista. Esta Una
Mujer Fantástica es una intensa
fábula sobre la intolerancia, la hipocresía y la lucha por los derechos
individuales, dura y descarnada en muchos momentos pero tratando de dar un poso
de esperanza. La singularidad de esta historia es que su protagonista, Marina
(Daniela Vega) es una mujer joven transexual- que al parecer aún no ha
culminado ni legal ni biológicamente su proceso- que vive un momento de su vida
realmente crítico. Daniela Vega, actriz y cantante lírica transexual (su
personaje también se dedica a los mismos cometidos musicales) es un
descubrimiento que no hace suya la película y aporta toda la complejidad que el
personaje y la historia requerían. En definitiva, la crónica de una heroína que
lucha por su propia aceptación contra viento y marea en una sociedad aún
demasiado conservadora como es la chilena y a la que todo y todos parecen
querer ponerle las cosas muy, muy difíciles. Al final triunfará la cordura, la
autoestima y la sensatez en medio de un contexto que llega incluso a cotas de
violencia.
La repentina muerte del novio de Marina, Orlando
(Francisco Reyes), un empresario maduro muy enamorado de ella será el descenso
a los infiernos para la joven. La familia de Orlando, recelosa por la condición
transexual de la pareja de este- salvo su hermano Gabo (Luis Gnecco)- no solo
no está dispuesta a que Marina toma parte en el funeral y la despedida del
fallecido sino que sospecha que esta tiene relación con su muerte. Así, la
joven pronto se ve envuelta en humillantes interrogatorios policiales, exámenes
médicos e infundadas acusaciones de violencia doméstica. Y todo por su propia
condición. La lucha que Marina empieza tiene que ver tanto con la reafirmación
de su propia persona como con la proclamación de su amor por Orlando, algo que
los demás están empeñados en negarle. Con diálogos certeros, momentos de
tensión bien medida y una excelente puesta en escena urbana, la película sabe
como seducir al espectador sin artificios ni concesiones al melodrama
comercial, algo que premisas como esta podrán dar a lugar. Aunque su desarrollo
puede parecer algo gélido y su factura en definitiva parece más europea que
latinoamericana (es un acierto que directores sudamericanos de la última
hornada dirijan su mirada cinematográfica al viejo mundo), Una Mujer Fantástica triunfa como drama social e intimista y
satisface al espectador que desee ver una historia diferente pero perfectamente
creíble.
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