** y 1/2
Es una pena que no hay salido bien del todo este
esforzado y honesto film antropológico-naturalista presentado con un oportuno
carácter minimalista en cuanto a diálogos y planteamiento de la historia. Samu Fuentes,
un director curtido en documentales y en tareas de ayudante de dirección debuta
en la ficción aportando apuntes interesantes aunque la película no logre
finalmente llegar a cotas muy convincentes. Nos encontramos aquí con la
bastante recurrida historia del hombre rudo y asilvestrado que vive aislado en
la naturaleza y que en un momento dado tiene que sacar a relucir –inicialmente
contra su voluntad- su lado más humano, en esta ocasión con una puesta en
escena visualmente muy sugerente y en donde el paisaje natural cumple una
función fundamental como la fuente vital de su protagonista, el hombre de las
montañas Martinón (un engordado y convincente Mario Casas). El hecho de que la
película se haya rodado en bonitos parajes de lugares tan distantes entre si
como las montañas de Huesca y de Asturias da una idea del carácter
universalista y aespacial de esta historia, que se podía haber desarrollado en
cualquier otro punto de similares características
A finales del siglo XIX Martinón, un cazador trampero
que vive en una choza de las montañas cuyo núcleo de población más cercano y a
donde él acude sólo en primavera es una pequeña aldea de escasos habitantes en
la cual comercia con las pieles de los animales cazados, llega a la conclusión que
necesita ayuda en sus quehaceres domésticos y accede a casarse por conveniencia
con Pascuala (Ruth Díaz) la hija de uno de sus clientes como moneda de cambio
por unas pieles. Martinón, que ya se desfogaba sexualmente con la mujer cada
vez que bajaba al pueblo, no parece encontrar útil la compañía de Pascuala ni
tampoco la de su hermana Adela (Irene Escolar), con la que se casará
posteriormente. El conflicto entre ciertos brotes de humanidad de Martinón y su
vocación por ser un ser libre y en cierto modo salvaje es lo que vertebra esta
historia repleta de silencios y frases mínimas. Un conflicto que de algún modo
tendrá que resolverse. En ese sentido, el guión- escrito por el propio
director- prodiga en la relación entre Martinón y las mujeres mostrándonos un
imposible de felicidad para ambas partes pero por diferentes motivos, aunque
los altibajos de la historia y su parquedad narrativa finalmente no consigan
transmitir un mensaje claro. Con elementos que recuerdan mucho a Montxo
Armendariz o Manuel Gutierréz Aragón, Samu Fuentes muestra credenciales de que
puede ser un gran director aunque en esta ocasión no le haya salido una
película redonda.
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