lunes, febrero 24, 2020

VIDA OCULTA (A HIDDEN LIFE)




**** y 1/2

Ha sido toda una bendición para cualquier cinéfilo el regreso de Terrence Malick a la dirección - de eso hace ahora más de 20 años con La Delgada Línea Roja (1998)- y su decisión de convertirse en un realizador con periodicidad de rodajes más regular en comparación con su primera etapa en donde las sublimes Malas Tierras (1973) y Días del Cielo (1978) fueron las dos únicas películas que precedieron a la mencionada al principio. Porque con A Hidden Life, Malik ha demostrado una vez más su completo dominio del medio cinematográfico, su condición de autor con mayúsculas y lo que resulta más llamativo, el hecho de que sigue siendo uno de los mejores directores vivos del mundo. Capaz de saltar en sus películas a cualquier coordenada en el continuo espacio-tiempo y con total credibilidad, en esta ocasión Malick se asoma a Europa y concretamente a la Austria de la II Guerra Mundial (anexionada en aquel entonces a la convulsa Alemania nazi) para contar una historia de conciencia y lucha por las convicciones personales desde el prisma introspectivo e intimista imbuido de cierto halo poético que el cineasta acostumbra a usar en sus filmes del siglo XXI. El resultado es una película muy bella y deslumbrante en donde los sentimientos, explicados o intuidos, son los protagonistas y en donde se sujeta toda la trama, la del conflicto interior del campesino austriaco Franz Jägerstätter (August Diehl) que firme en sus convicciones éticas y religiosas decide no alistarse en el ejército nazi alemán y por ello es encarcelado mientras que su familia sufre el hipócrita rechazo del resto de habitantes de la aldea en la montaña y él se enfrenta a un futuro muy negro por desertor.  


Rodada en Austria en coproducción con Alemania, con un reparto de intérpretes germanohablantes y hablado en inglés y en la lengua de Goethe (en la versión doblada en España sólo se dobla la parte inglesa) A Hidden Life es una película tanto de sentimientos como de ideas y en donde el elemento espiritual y religioso ya explotado por Terrence Malick en otras ocasiones está omnipresente, esta vez en su vertiente cristiana católica y con un tono antropológico que el director aplica con maestría: la aldea y el paisaje montañoso austriaco están retratados con una supina belleza pictórica y un cuidado realismo que hace que nos traslademos allí de cuerpo presente, algo en lo que también colaboran el vestuario y dirección artística.  Los silencios, las secuencias ralentizadas, los peculiares flashbacks, todo está dispuesto con perfección relojera y a disposición de la emotividad y la voluntad de conmover al espectador con un drama más que psicológico. La simbiosis entre un soberbio August Diehl y Valerie Pachner, que interpreta a Fani la mujer de Franz, es total y regala elementos dramáticos deslumbrantes. Puede que su excesiva duración- 3 horas- y su lento desarrollo se hagan incómodos para el espectador, pero como experiencia cinematográfica merece completamente la pena. Que grande es Terrence Malick.


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