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En su aún breve pero más que interesante filmografía
Arantxa Etxebarria no tiene reparos en tocar temas candentes de la sociedad
española actual los cuales atesoran ciertas derivaciones dramáticas y un tanto
polémicas, haciéndolo desde una perspectiva amable, esperanzada y constructiva.
La situación de la cada vez más numerosa comunidad china en España era una temática
que aún no había sido bastante explotada por el cine español y que con este
filme encuentra una vía de expresión y testimonio honesto, interesante y con
edificante mensaje. La realizadora vasca además ha querido tocar dos realidades
de los habitantes del gigante del lejano oriente en España y en otros países
occidentales: por un lado la situación de los emigrantes chinos y su
descendencia de primera generación nacida fuera de China con los choques
culturales y sociales vividos por ambas generaciones y por otro la vivencia de
los menores chinos adoptados por familias occidentales. En este Chinas dos historias de cada una de
estas realidades convergen bajo la perspectiva de dos niñas de nueve años residentes
en el madrileño barrio de Usera: Lucía (Daniela Shiman Yang) hija de
comerciantes chinos propietarios de un bazar totalmente volcados con su negocio
(como suele ser habitual en esta comunidad) y Xiang (Elia Qiu), hija adoptiva de un matrimonio
madrileño que matricula a la pequeña en el mismo colegio que Lucía. Xiang se siente
rara por su situación, recibe atención psicológica y le cuesta encajar en cualquier
contexto en general, mientras que Lucía, más extrovertida, en realidad tampoco
se siente como los demás niños ya que sus
padres apenas la atienden, están todo el día trabajando y casi no hablen
castellano: ella desea ser como los otros niños de su cole y sus familias. Claudia
(Xinyi Ye) la hermana de 17 años de Lucía, por su parte, quiere también vivir una
adolescencia como la de los jóvenes de su edad pero su situación familiar se lo impide, agravada
por el hecho de que sus progenitores desean concertarla un matrimonio con otro
joven de origen chino: Claudia tratará de rebelase contra todo eso.
La opción de canalizar la historia a través de una inocente mirada infantil es un recurso acertado que es explotado con mucha habilidad combinando con la visión adolescente de Claudia y con la perspectiva adulta tanto de los padres de Xiang (Leonor Watling y Pablo Molinero), como de los padres de Lucía y Claudia (Quinfei Zu y Yeju Ji) o la de Amaya (Carolina Yuste) clienta habitual del establecimiento de la familia de Lucía y que hace buenas migas con ella. El problema es casi siempre el mismo: la integración y la búsqueda de al identidad, algo que en edades tempranas se antoja fundamental. La película huye de la moralina y se adentra en los inocentes mundos mentales de sus jóvenes protagonistas con todo lo que esto conlleva y respetando sobre todo la psicología y el universo infantil. Los intérpretes de origen chino, todos ellos actores aficionados, están espléndidos y realizando un enorme esfuerzo interpretativo, en especial las pequeñas Qiu y Yang, almas de la película, como también la joven Xinyi Ye realiza un trabajo muy destacable. La directora ha sabido como canalizar excelentemente el costumbrismo más realista dentro del drama y esto lo ha conseguido con un tratamiento respetuoso y realista de la compleja situación una minoría étnica en España de la que se podría hablar largo y tendido debido a sus numerosos y aún no muy conocidos matices. Cine social con label ibérico hecho con honestidad y sin tonterías.
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