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El único pero tal vez sea el poco hervor narrativo que adolece y su un tanto innecesaria frialdad, que al final terminan afectando al ritmo de la película. Se plasman casos y situaciones que ocurrieron realmente y se percibe que para su recreación el director y guionista, Lu Chuan, se ha documentado al máximo y se ha esforzado por tratar de reproducir tanta calamidad lo más fielmente posible, ayudado por unos actores de diferentes nacionalidades (chinos y japonenses, principalmente, aunque también europeos)que se dejan la piel. La película esta vista desde el punto de vista de las víctimas y el de los verdugos, pero lleva a cabo ninguna demagogia. Aunque es cierto que el ejército japonés aparece muy cruelmente retratado, también aparece algún nipón arrepentido y con su corazoncito, como el sargento Kadokawa.
Una película denuncia que pone los pelos como escarpias y que muestra un episodio de la historia del siglo XX poco conocido y que resulta realmente aterrador: matanzas indiscriminadas, violaciones masivas, esclavitud sexual. Todo mostrado sin mostrar los porqués, simplemente las aterradoras consecuencias. Una película tal vez no apta para sensibles pero que merece la pena verse.