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Puede que su un tanto extensa duración (115 minutos) suponga cierto lastre en forma de pesadez narrativa (es un filme en lo que es pasar pasan más bien pocas cosas) pero su delicadeza, su guion ponderado, mimado y con un perfecto equilibrio entre esclarecedores diálogos y sugerentes silencios, su fotografía limpia y atmosférica- el filme está rodado en la costa bretona- y sobre todo sus dos más que estupendos actores protagonistas, Guillaume Canet y Alba Rohrwacher, hacen de este filme galo una curiosa y francamente emocionante delicatessen que cualquier espectador cinéfilo no debería perderse. Stéphane Brizé, director más identificado con el cine social, consigue un melodrama amoroso con un trasfondo pesimista con un hombre y una mujer de mediana edad, antigua pareja, ambos en paralelamente crisis que se reencuentran casi fortuitamente recordando aquella relación perdida, tratando de entender lo que la hizo acabar y sobre todo lamiendo sus heridas actuales, problemas de dos seres algo desnortados con terror a un fracaso inesperado pero que parece inminente. El, Mathieu, un actor de éxito que se retira a un balneario de la costa atlántica tras abandonar por puro miedo su debut teatral poco antes del estreno de al obra, y ella Alice, una profesora de música que no pudo desarrollar su carrera y que trabaja en centro de día, casada en un matrimonio aparentemente feliz pero rutinario, no parece encontrar la estabilidad y los objetivos de su vida. Entre ambos antiguos novios se establece de nuevo una amistad un tanto extraña y crepuscular, no sabiendo si se agarran a un clavo ardiendo o en realidad esperan ahora algo nuevo
Los encuentros y conversaciones entre los dos protagonistas están cuidados hasta el más mínimo detalle:naturales, tímidos, parcos muchas veces y nada forzados aunque los dos actores consiguen transmitir exitosamente toda la enorme inseguridad de los personajes, sobre todo la italiana Alba Rohrwacher, todo un descubrimiento para el espectador no italiano o francés. El elemento psicológico e intimista entre la pareja preside una función en donde va germonando un mensaje bastante claro, entre el reproche y la esperanza donde es fácil identificarse con sentimientos y actitudes. Los juegos de paralelismo y ciertas guerguerías narrativas (el testimonio y la historia de una de las ancianas pacientes de Alice) hacen su función en una película que tal vez pueda aburrir a veces por su carencia de ritmo real pero que termina por encantar al espectador paciente y entregado.