Entre los siglos XI y
VI Antes de Cristo en el suroeste de la península ibérica una misteriosa
civilización cuyo origen exacto aún es incierto se convirtió en una de las más
ricas del mundo gracias al comercio de metales como la plata y el estaño, los
cuales exportaba a otros pueblos prerromanos. Era Tartessos, un desconocido reino
de comerciantes y militares del que escasos vestigios y documentación escrita
ha quedado y que se extendía por las actuales provincias españolas de Sevilla,
Huelva y Cádiz. Con elementos fenicios, orientales e indoeuropeos, el
territorio de Tartessos fue descrito a penas someramente por historiadores
clásicos y muchas veces es identificado con el legendario país bíblico de
Tarsis e incluso con la Atlántida. En el siglo VI AC desapareció sin dejar
rastro y por causas desconocidas, dejando como legado algunas escasas crónicas
históricas y geográficas y varios restos arqueológicos.
Más allá de las
Columnas de Hércules
Tartessos es uno de esos enigmas históricos que aún no han
encontrado muchas respuestas. ¿De donde surgió la civilización de Tartessos,
tan avanzada en el siglo XI ac en comparación con las primitivas tribus iberas
y celtas aún en la edad de bronce? ¿Como era su organización social, política y
su vida cotidiana? ¿Por qué un pueblo tan rico desapareció tan abruptamente?
¿Cuál eran sus límites exactos? ¿Fue la primera civilización occidental? Muy
poco se sabe de este pueblo casi mítico del que además de escasa noticia
histórica han llegado varias leyendas de corte fantástico que confieren a
Tartessos un carácter casi legendario en el que muchas veces la fabulación se
confunde con la realidad. Durante mucho tiempo se creyó que era citada en la
biblia cuando se mencionaba a Tarsis y también en la mitología e historiografía
griega cuando se alude a los territorios y ciudades cercanos a las Columnas de
Hércules – el fin del mundo conocido en la antigüedad- se cree que se hace mención a Tartessos. La
mayor parte de lo que se ha escrito sobre Tartessos hasta día de hoy son
suposiciones o teorías. Se sabe que el
reino se extendió por el sudoeste de la península ibérica (provincias andaluzas
de Sevilla, Huelva y Cádiz) influyendo sobre zonas como el Algarve portugués o
Extremadura. Se cree que su civilización- la primera de cierta riqueza que se
estableció en la península y de las primeras de Europa- se desarrolló en torno
al río llamado Tartessos, identificado con el Guadalquivir por unos autores o
por el río Tinto por otros (además de otras teorías menos probables).
Tartessos, fue el nombre con el que los griegos denominaban a este territorio,
se desconoce como sus propios habitantes lo nombraban.
El historiador griego Herodoto (484-425) es la fuente más
antigua que alude a Tartessos. Herodoto habla del supuesto último rey
tartesiano, Argantonio del que el historiador afirmaba que llegó a vivir 120
años gobernando en 80 de ellos (de 630 a 550 ac). Se describía a
Argantonio como un soberano generoso y magnánimo que gobernaba sobre un reino portuario
de mercaderes enormemente rico. El mismo Argantonio (Hombre de Plata) era un
rey muy opulento y que poseía enormes contingentes de plata y bronce
provenientes de las minas tartesianas. Grecia comerciaba en aquel tiempo con
Tartessos para la consecución de dichos metales según Herodoto. De acuerdo con
el autor, todo comenzó cuando un navío griego llegó un día accidentalmente a un
puerto de Tartessos, territorio más allá de las míticas Columnas de Hércules y
que era desconocido para los griegos; allí los asombrados marinos helenos se
hicieron con un cargamento de metales que era “el mayor beneficio que haya
conseguido hasta ahora ningún griego”. Fueron al parecer los griegos de Focea,
en Asia Menor, con los que Tartessos comerció gran medida según Herodoto y
otros autores. En crónicas posteriores, se vuelve a aludir el carácter
mercantil de Tartessos con griegos o fenicios en base a metales extraídos de
sus abundantes minas como plata y estaño. Se podría decir a tenor de estas
crónicas que las civilizaciones griega y fenicia se nutrieron en gran medida
del metal tartésico para al fabricación de monedas, armas y objetos
ornamentales, y ese comerció enriqueció enormemente al reino del sur de Iberia
que se encontraba más allá de las Columnas de Hércules.
Existen otras fuentes clásicas que hablan sobre Tartessos,
algunas literarias como las del poeta romano Rufo Festo Avieno (S IV ac) que
describe un viaje a través de las costas mediterráneas en el cual Tartessos
supuestamente aparece, otras geográficas como las de Pausanias (S II ac) en las
cuales describía el río y la capital del reino, y otras más breves e imprecisas
como alusiones en la obra de de Anacreonte, Plinio el Viejo, Estesícoro,
Estrabón, Aristófanes, Marco Juniano Justino…En dichas crónicas aparecen algunos
elementos comunes como la existencia de un río llamado Tartessos de cuyas
riberas se extrae plata, el territorio
de Tartessos como centro neurálgico del comercio de plata y otros metales en el
Mediterráneo y la longevidad de su monarca Argantonio. Así mismo, a tenor de
estas descripciones siempre se suele considerar por parte de la ciencia
histórica que Tartessos era un nombre compartido tanto por el río como por la
ciudad capital y como por la región.
La ciudad perdida
Se cree que Tartessos comenzó a crear y consolidar una
civilización en donde había escritura y un poder político encabezado por un
monarca en la prehistoria, a finales de
la Edad de Bronce, gracias a las riquezas generadas por el trueque de metales como el estaño (componente
básico para la obtención del bronce) producidos por otros pueblos como los
primitivos habitantes de las Islas Británicas, aunque los primeros tartesianos
ya extraían cobre y plata de sus minas, especialmente la de Río Tinto. Ya a partir del siglo VIII ac los fenicios,
que establecieron colonias al sur de la península ibérica, se convirtieron en
los principales “clientes” de Tartessos, ya que precisaban de plata para la
acuñación de sus monedas y la minas del Sinai, de las cuales se proveían en
otros tiempos, habían sido dejadas a su suerte. Según los restos arqueológicos
tartesianos hallados en la actual Andalucía, existió una influencia cultural y
artística fenicia en Tartessos. No obstante, el origen de Tartessos es aún muy
incierto existiendo dos teorías fundamentales al respecto. La primera, sostiene
que la civilización tartésica se origina a partir de los pobladores de la zona
en la Edad de Bronce que lograron fundar una civilización basada en el
comercio, la pesca y al agricultura cuyo progreso aumentó notablemente con el
contacto que estas poblaciones mantuvieron a partir del siglo VIII ac con los
colonos fenicios en el sur de la península. La segunda teoría afirma que la
influencia fenicia produjo un proceso de aculturación casi total que explicaría
características del arte tartésico con supuestas influencias fenicias (cerámica
con barniz rojo) y una religión con deidades inspiradas claramente en dioses
orientales. No se ha podido demostrar
ninguna de las dos como la más aproximada a la realidad pero parece clara la
influencia fenicia en la civilización tartésica: es muy posible que los
fenicios estimulasen no solo la expansión tartésica por las zonas mineras y el
comercio con el metal con diferentes pueblos, sino que además fueron
fundamentales en la riqueza de Tartessos y en el desarrollo de su civilización
debido a sus intensos tratos comerciales. No hay que olvidar además que en
territorio tartésico se encontraba la principal ciudad colonial fenicia de
Iberia, Gadir (la actual Cádiz)
El rey Argantonio |
Autores como Estrabón o Pausanias coinciden en afirmar que
Tartessos era el nombre del río (que Estrabón identifica como el Betis, el
actual Guadalquivir) que desembocaba en dos bocas en el medio de las cuales se
encontraba la ciudad del mismo nombre, supuesta capital del reino además del
lago que supuestamente se encontraba en tal desembocadura, el desaparecido
Lacus Ligustinus. Hoy en día, no se sabe a ciencia cierta donde se encontraba
dicha ciudad y es muy posible que terminase siendo sepultada por las aguas de
las marismas una vez el delta del Guadalquivir se hubiese conformado con la
apariencia actual bloqueado por una barra de arena entre los actuales Sanlúcar
de Barrameda y Río Tinto. No obstante, la existencia de dicha ciudad está
puesta en duda principalmente por la falta de pruebas geográficas y
arqueológicas. Algunas teorías hablan de una ciudad llamada Turta, cercana al
Guadalquivir, como supuesta capital de Tartessos. La ubicación de la capital de
dicha civilización aún sigue discutida, y a la zona antes descrita hay que unir
otras posibles como la zona entre Coria del Río (Cádiz) y la comarca de
Aljarafe en Sevilla. Tampoco sería descabellado pensar que la propia Gadir
fenicia se tratase de Tartessos, como afirman muchos historiadores, aunque
parece poco probable que se tratase de Huelva, como afirman algunos
investigadores a tenor de la riqueza de muchos yacimientos arqueológicos
tartesianos hallados en la provincia andaluza. Si que es cierto que allí se han
encontrado restos de otras culturas (griega, fenicia) adquiridos por los
tartesianos o manufacturados por ellos mismos para dichos pueblos como vasos,
ánforas o cerámica (además de objetos de metal) lo que indica que al menos la provincia
de Huelva fue un foco comercial e industrial importante en Tartessos, pero no
hay pruebas concluyentes: ¿fue el río Tinto el verdadero río Tartessos?
Una sociedad mercantil
Poco se sabe de la política, economía y sociedad de Tartessos.
Era una monarquía absoluta sin noticia de gobiernos territoriales en donde
había leyes escritas desde tiempo inmemorial. Según Estrabón fue la sociedad
ibérica prerromana mas culta y avanzada de cuantas existieron. Existían
ciudades como Turta, Mastia o Elibirge de las que se ignora su localización
(aunque es muy probable que Mastia sea la actual Cartagena). En los primeros
siglos (del XI al IX ac, aproximadamente) Tartessos pese a tener un enorme
comercio exterior tendría una economía principalmente de producción doméstica.
A partir del VIII ac comienza la expansión comercial tartesiana y se comienzan
además a importar objetos artísticos y bienes griegos o fenicios como objeto de
cambio: así lo atestigua el hallazgo de cerámica de ambas culturas en yacimientos
arqueológicos en el área de influencia tartésica. Además de la extracción
minera de metales como el oro, la plata y el estaño y el comercio con estos -que
constituyeron la base histórica de su economía- Tartessos subsistía también de
la agricultura, la ganadería y la pesca. Además de con los fenicios, Tartessos
comerciaba sus metales con griegos y minoicos, convirtiéndose en el principal
abastecedor de materias primas de bronce
y sus materias primas (cobre y estaño) de todo el mediterráneo.
Había diversas clases en la sociedad de Tartessos: por
debajo del rey se encontraban por este orden los príncipes, los sacerdotes, los
comerciantes, los hombres libres y los esclavos. Los “hombres libres” eran el
grueso de la población y se trataba de los campesinos, marineros y artesanos.
Los comerciantes eran una clase privilegiada por su riqueza pero no tenían
excesivo poder ya que las élites nobiliarias o militares (los príncipes) podían
apropiarse del trabajo de las clases inferiores aunque en teoría no ostentasen
mas poder sobre estos. Gracias a los yacimientos arqueológicos se ha sabido que
en Tartessos se rendía culto religioso a divinidades fenicias y orientales como
Baal o Astarté fruto de la aculturación fenicia; así mismo en la provincia de
Jaén se han hallado santuarios de estilo fenicio lo que indica que en Tartessos
la influencia fenicia fue total en el aspecto religioso
El idioma tartésico es de origen desconocido y probablemente
sea de origen ibero, lenguaje primitivo de la península ibérica del que apenas
han quedado vestigios. Los documentos escritos en tartésico más antiguos
hallados (estelas funerarias) datan de entre los siglos VII y VI ac por lo que
se trata de la lengua ibérica más antigua de la que se ha encontrado escritura.
No se sabe a ciencia cierta si otros documentos hallados en el sur de Portugal
o en Extremadura corresponden a la lengua tartésica o a idiomas similares de
origen ibero que se hablaban en el sur de Iberia en la época prerromana. No se
sabe tampoco si el tartésico y el ibero eran lenguas de origen indoeuropeo y no
faltan teorías que emparentan el tartésico con las lenguas célticas debido a
nombres de topónimos o a los escasos nombres de personas conocidos: el nombre
de Argantonio, el mítico rey que cita Herodoto y que significaría “Hombre de Plata” derivaría del termino celta
argantom (plata). Esta teoría en realidad no resulta muy sostenible ya que
aparte de que los tartesianos no eran pueblo celta, no existen tampoco otras
palabras salvo estos nombres propios que demuestren tal filiación. La escritura
de esta lengua era la típica de la escritura peleohispánica: un alfabeto con
caracteres propios inspirados al parecer en el alfabeto fenicio con elementos
griegos, combinando signos que expresan silabas y letras.
Lo que nos queda de
Tartessos
Tesoro de El Carambolo |
Lo fragmentario de los yacimientos arqueológicos de
Tartessos que se han hallado hasta el momento impide hacernos una idea exacta de
cómo eran sus ciudades, sus viviendas,
sus vestimentas u otros aspectos de la vida cotidiana y hoy por hoy en muchos
aspectos Tartessos continua siendo una civilización desconocida. Los
yacimientos arqueológicos mas importantes son los tesoros (joyas) de Carambolo
(Sevilla) y Aliseda (Cáceres), y las edificaciones de la Necrópolis de la Joya
(Huelva capital), Cancho Roano (Badajoz) y Tejada la Vieja (Huelva). El célebre Tesoro de El Carambolo fue hallado
en 1958 y constituye la mejor y mas completa muestra del arte tartésico en oro,
aunque estudios actuales señalan que las piezas en realidad pueden ser fenicias
(las características orientales de estas joyas son innegables). Una replica de
este tesoro se encuentra actualmente en el museo arqueológico de Sevilla
mientras que las piezas originales se encuentran en la caja fuerte de un banco:
se trata de 21 piezas de oro de 24 quilates que incluyen pulseras-brazaletes,
collares, supuestos pectorales y sellos, todo de valor incalculable. El
relativo buen estado de conservación de estas piezas que datan aproximadamente
de entre los siglos VIII y VI ac demuestra lo bien que trabajaban los
habitantes de Tartessos en la orfebrería y en los metales preciosos. El Tesoro de Aliseda, por su parte, también se
trata de un hallazgo de orfebrería: un supuesto ajuar funerario (diadema,
pendiente, pulsera, anillos…) en piezas de oro y plata
Cancho Roano |
El yacimiento de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena
(Badajoz) es el conjunto tartésico mejor conservado. Posiblemente data del S VI
ac y esta constituido por diversos pequeños edificios, palacetes se trata de una edificación fortificada de
finalidad incierta, aunque es posible que se trate de un edificio religioso
destinado a sacrificios rituales. Su planta es cuadrada y está rodeado por un
foso, todo con características fenicias y orientales. Es muy posible que debido
a lo tardío de su antigüedad en relación a la cronología de la existencia de
Tartessos fuese en realidad posterior a la civilización tartésica ya que se
sabe que fue reconstruido sobre restos de edificaciones más antiguas, estas sí
tartésicas. Tejada la Vieja, en Escacena
la Vieja (Huelva) por su parte es una fortificación amurallada construida hacia
el VIII ac y que estuvo en pie al menos hasta el S IV ac. En su interior se
encuentran restos de cimientos de casas y calles en su interior, lo que indica
que se trata de una ciudad. A todos
estos hallazgos habría que unir otros en las provincias de Jaén, Badajoz o Huelva que datan de la Edad de Bronce pero que
podrían ser de origen proto tartésico (cerámica, incensarios); así mismo la
necrópolis de la Joya en Huelva sería de origen más antiguo que Tartessos,
aunque allí se han encontrado piezas griegas y fenicias que indican que ambos
pueblos estuvieron en contacto con el sur de la península desde el S X ac.
En base a las características los restos arqueológicos y su
antigüedad se ha dividido la historia de Tartessos en dos posibles periodos: el
periodo geométrico (1200-750
ac) y el periodo oriental (750-550 ac) en el cual la
influencia fenicio-oriental se hizo más acusada.
Mitos y leyendas de
Tartessos: la Atlántida en Iberia
La ausencia de crónicas escritas detalladas sobre Tartessos
ha dejado gran margen a la fabulación desde tiempo inmemorial. La propia
mitología griega ya alude al territorio que conformaba Tartessos (aunque sin
nombrarlo de ese modo) cuando se describe al rey Gerión, el monstruoso
soberano-pastor de las tierras mas allá de las Columnas de Hércules. Gerión, un
gigante con tres cuerpos de cintura para arriba fue derrotado por Hércules en
una de las 12 pruebas del héroe que consistía en robar el rebaño de bueyes de
Gerión. Otros reyes legendarios son protagonistas de la hermosa leyenda de
Gárgoris y Hábidis, que data de la época romana y de la que se han escrito
varias versiones: en ella se cuenta la historia del rey Gárgoris, inventor de
la apicultura y de su hijo incestuoso Hábidis o Habis, que según la leyenda
invento la agricultura y la división social de clases y del trabajo.
A Habidis, el legendario rey ficticio tartesiano, se le atribuye la invención del arado |
Muchos autores han querido identificar un mítico lugar
bíblico, Tarshish o Tarsis, con Tartessos. No hay pruebas salvo la similitud
entre los nombres. Tarsis se cita, entre otros libros de la Biblia, en el Libro de los Reyes I en referencia a
naves que Salomón poseía allí y que traían exóticas riquezas, y también en Ezequiel
(Tiro comerciaba con Tarsis) y en Jonás (el profeta se embarcó para Tarsis). Lo
más probable es que este Tarsis se refiera a Tarso, en Anatolia.
Resultan bastantes significativas las teorías que
identifican a la mítica Atlántida descrita por Platón con Tartessos. Estas
afirmaciones fueron frecuentes durante el siglo XX debido principalmente a que
tanto la mítica isla como Tartessos fueron dos avanzadísimos reinos que en un
momento dado se “volatilizaron” y desaparecieron sin dejar rastro (la Atlántida
según Platón desapareció tras un terremoto y una inundación en un solo día y
fue sumergida bajo las aguas del Atlántico), y que ambos se encontraban en el
Atlántico “delante de las Columnas de Hércules” (el estrecho de Gibraltar), el
fin del mundo conocido para los griegos. Esto además está ligado al hecho de
que es muy posible que la ciudad de Tartessos, como hemos señalado antes,
desapareciese a consecuencia de una inundación de las aguas del delta del
Guadalquivir que hubiese cubierto la ciudad en su totalidad. Sosteniendo la
probable teoría de que la zona actual del Parque Nacional de Doñana pudiera
haber albergado la ciudad de Tartessos - ya que esta ciudad se encontraría
cerca de la desembocadura del Guadalquivir- algunos arqueólogos y antropólogos,
con grandes dosis de fabulación y fantasía, han llegado a asegurar que bajo
Doñana puede encontrarse la Atlántida (aunque es posible que esa zona en la
antigüedad hubiese sufrido un tsunami que hubiese sumergido alguna ciudad o
poblado). Con todo, dado que se ha comprobado que la existencia de la Atlántida
pertenece al terreno de lo legendario, cualquier debate sobre la identificación
de Tartessos con Atlántida carece de sentido.
El final de un reino
La desaparición del reino de Tartessos en el S VI ac se debió
probablemente a incursiones bélicas de Cartago o Fenicia tras la batalla de
Alalia (535 ac),
debido a la alianza de Tartessos con los griegos, encarnizados enemigos de
fenicios y cartagineses. También es posible que en aquel siglo se agotasen las
minas lo que privó al reino de su principal fuente de riqueza y esto además
ocasionase una pérdida de poder de las élites, lo que llevó a una total
inestabilidad política y social. Hay que señalar que hacia 580 ac la conquista de Tiro,
capital de Fenicia, por parte de los asirios propició el fin de el comercio
entre Tartessos y los fenicios de Tiro, aunque en su lugar Cartago tomó el
relevo del principal cliente de oriente, algo que no duró mucho tiempo como
vimos por la rivalidad con los griegos, otros aliados comerciales de Tartessos.
La cuestión de si los desastres naturales (como la hipotética inundación
de su capital) cumplieron un papel principal en la desaparición de
Tartessos esta abierta a conjeturas.
Tal vez nunca se sepa exactamente donde se encontraba la
ciudad de Tartessos, como eran las ciudades tartesianas, como vivían los
tartesianos o que es lo que provocó la desaparición de Tartessos, pero se sabe
que una vez un próspero país casi idílico existió en el sur de la península
ibérica y desapareció dejándonos un exiguo testimonio de su existencia aunque
suficiente para saber que fue una de las primeras grandes civilizaciones de
occidente. Un reino perdido en la misma frontera entre lo real y lo mítico.
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