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En
Estados Unidos de vez en cuando se lleva a cabo un tirón de orejas retroactivo
a los episodios más oscuros e injustos de la historia norteamericana y a veces
resultan bastante significativos cuando se imbuyen en acontecimientos de años
en realidad no tan lejanos. Hollywood ha sido una de las principales vías para
hacer eso y de si algo se caracteriza es de cumplir correctamente dicha función
siempre que se ha puesto a ello, independientemente del grado de honestidad y
sinceridad con el asunto en cuestión. La figura del guionista y escritor Dalton
Trumbo (1905-1976) uno de los más brillantes libretistas de la historia de
Hollywood (Treinta Segundos sobre Tokio,
Vacaciones en Roma, Espartaco, Éxodo) siempre ha sido un interesante objeto de medición de los
devenires de la historia americana del siglo XX posterior a la
II Guerra Mundial y su irrefutable fobia a
las ideas que se consideraban “antiamericanas”. Trumbo, miembro destacado del
Partido Comunista norteamericano- como muchos de sus colegas de la industria
del cine en aquellos años- sufrió la persecución, la cárcel y el ostracismo a
causa de unas ideas no toleradas en EEUU y su trayectoria y su rocambolesca
situación es lo que nos viene a contar esta interesente pero algo irregular biopic
firmado por Jay Roach y que cuenta con una excelente ambientación histórica y
un ritmo de narración nada moroso y muy efectivo, algo que suele echarse
bastante en falta en no pocas biografías llevadas al cine. Bryan Cranston (serie de TV Breacking
Bad), un
actor no excesivamente conocido pero enormemente versátil da vida más que
eficientemente a Trumbo, un hombre tan idealista como enamorado de su profesión
y de sacar en adelante a su familia, aunque su contradictorio carácter no dejó
de ocasionarle numerosos problemas en diferentes ámbitos, el familiar
incluido.
El
Hollywood de los 40, 50, y 60 en plena Guerra Fría fue el campo de batalla en
el que se movió Trumbo , incluido en la lista negra por sus supuestas simpatías filosoviéticas
y marginado de la industria teniendo que firmar muchos de sus guiones con
pseudónimo (algunos ganadores de Oscar) y perseguido por personajes
ultraconservadores como la crítica Hedda
Hopper (Helen Mirren), el actor John Wayne (David James Elliot) y por supuesto
por el gobierno de EEUU. El filme cumple en su doble función de crítica a una
situación de injusticia histórica y en el de homenaje a Trumbo, así como
triunfa en su propósito de retratar las miserias de la industria del cine
nortemericano en su época dorada, en donde la corrección política consonante
con la Guerra Fría
y el American Way of Life llevó a situaciones tan estrambóticas como la que
vivió uno de sus mejores guionistas de entonces. Con un reparto eficaz en donde
los actores y actrices tratan de recrear con credibilidad personajes reales de
dentro y fuera del mundo de cine indpendientemente del parecido físico (Michael
Stuhlbarg como el primeramente comunista y después chivato contra los Diez de
Hollywood Edgard G. Robinson, Alan
Tudyck como Ian McLellean Hunter, Dean O´Gorman como Kirk Douglas, o Diane Lane
como Cleo, la esposa de Trumbo) y una trabajada puesta en escena la película
flojea a causa de un exceso de situaciones y un estilo muchas veces demasiado
previsible y televisivo. Se echa en falta tal vez mayor riesgo en un filme en
donde no faltan escenas reales de cintas míticas o recreaciones de las mismas
(y de rodajes) hechas con mimo cinéfilo. Con todo, una película honesta y que
se deja ver bastante.
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