**** y 1/2
Cine dentro del cine con un curioso ejercicio de
cinefilia desde su vertiente más freak y consumidora de las más llamativas
rarezas del séptimo arte. Eso es lo que ofrece esta lograda y honesta película
dirigida e interpretada por un pletórico James Franco (últimamente con
desagradables asuntos por medio) que homenajea a su modo una película que se ha
convertido en todo un filme de culto por su cochambrosa factura: The Room (2003) un largometraje que solo
estuvo unos días en cartel en EEUU y que pretendiendo ser un dramón a lo
Tennesse Williams en palabras de su director fue recibido casi como una comedia
absurda por su nefasta y risible realización, pésimas interpretaciones e
incongruente guión convirtiéndose poco después de su estreno gracias al boca a
boca en todo un fenómeno de fans cinéfago con sesiones nocturnas que incluso
hoy en día siguen manteniéndose llenas de seguidores dispuestos a cachondearse,
echarse unas risas, recitar de memoria los diálogos y recrear escenas cual The Rocky Horror Picture Show. Un
misterioso y excéntrico personaje melenudo llamado Tommy Wiseau - con fecha y
lugar de nacimiento aún desconocidos- fue el director y protagonista de aquel
pintoresco desaguisado cuya crónica de preparativos y rodaje nos cuenta James
Franco (uno de los muchos fans famosos de The Room) con pasión, honestidad, una
respetuosa mala baba (Wiseau y parte del resto de colaboradores en aquella
película dieron el visto bueno al proyecto) y sobre todo ganas de contar una
historia diferente con personajes insólitos y limitados en diversas facetas
pero idealistas y tenaces, con ecos de epopeya contemporánea y sobre todo estableciendo un curioso y
sincero canto a la amistad y la complicidad presentado con la relación entre
Tommy y su amigo, colaborador y también actor en The Room Greg Setero, que
interpreta Dave Franco, el hermano de James, destapándose como un actor más que
interesante: una relación quijotesco-sanchesca entre Tommy y Greg que resulta
de lo más estimulante en una película deliciosa, divertida, crítica y a su modo
emotiva además, claro está, de cinéfila.
Ambientada a finales de los 90 y principios de los
2000, la película también puede ser vista como la historia de maduración de
Greg Sestero, el joven aspirante a actor que se traslada a Los Angeles en busca
de una oportunidad que no consigue encontrar y que termina juntándose
inopinadamente con Tommy Wiseau, un muchacho que se cree un actor genial y que
no es más que un bocachanclas, desaliñado y listillo de saldo que convence a
Greg para hacer lo que el cree el proyecto que cambiará sus vidas pero al final
es el propio Greg Sestero el que encontrará sentido a todo lo que le rodea
dándose cuenta de la errática personalidad de su amigo y de su incapacidad por
reconocer su propia mediocridad como cineasta, actor y hombre de negocios.
James Franco hace una interpretación sencillamente magistral de un sujeto
realmente indescriptible tratando de copiar su curiosa forma de hablar, sus
gestos y su irritante comportamiento- el propio Wiseau asesoró a Franco e
incluso interviene en un cameo en una escena postcréditos- componiendo un
personaje tragicómico y encantador. No obstante, lo realmente meritorio de The Disater Artist es su recreación del
calamitoso rodaje (con momentos hilarantes) y sobre todo la fiel reproducción
plano por plano de muchas de las escenas del filme- al final de la película se
nos ofrece una comparación entre secuencias de The Room y sus “copias” en el
filme que nos ocupa- , un ejercicio metacinematográfico realmente agradecido.
Varios rostros conocidos del cine y la televisión – también fans de The
Room- realizan cameos y pequeñas
intervenciones en esta cinta interpretándose a ellos mismos o encarnando a
personajes, entre ellos Kevin Smith, Bryan Cranston, JJ Abrams, Sharon Stone,
Zac Efron, Judd Apatow, Christopher Mintz-Plasse o Melanie Griffith. No es una
película sobre logros y sueños, más bien un ejemplo de cómo los errores y los
fracasos pueden convertirse en algo diferente siempre que se esté dispuesto a
ello.
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