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El cine español puede salirse de sus fronteras si lo que se pretende es llevar a cabo una historia universalista -ambientada o no en un lugar diferente a la península ibérica- una práctica que otras filmografías europeas han efectuado (por no hablar de las norteamericanas) y que puade dar lugar a grandes películas. Y por fortuna este ha sido el caso la nueva película de Rodrigo Cortés, aquel director que sorprendió con Buried (2007) y que desde entonces con un pie en Hollywood solo había ofrecido productos más bien rutinarios que no hacían justicia a lo prometido en Buried. Cortés ha hecho bien en esta ocasión en volver a reivindicarse como un director atrevido y semiexperimental y en salirse del género fantaterrorífico en esta curiosa producción española rodada en inglés y que inspirada en una historia real que mira al inagotable filón de la II Guerra Mundial y los horrores del nazismo navega entre el drama histórico, la historia de amor y el musical partiendo de una insólita premisa. El resultado ha sido excelente y ya podemos decir que Rodrigo Cortés ha despegado por fin y puede ser un director al tener en cuenta dentro del panorama internacional.
Love Gets a Room (título internacional de la cinta) nos lleva a la
Varsovia ocupada por los alemanes de 1942 en pleno gueto judío, en donde tiene
lugar una representación teatral hecha por una pequeña troupe de actores del
mismo gueto para sus conciudadanos. Más allá de servir como vía de escape y
entretenimiento ante la desoladora situación de los judíos, el representar la
obra parece también una especie de catarsis personal para los miembros de la
compañía: la relación sentimental entre Stefcia (Clara Rugaard) y Patryck (Mark
Ryder), dos de los actores de la obra, parece tambalearse cuando este último en
secreto a su novia que después de la función tiene planteado huir con ella del
gueto. Esto afectará al devenir de la representación hasta tal punto de que
casi determina el desarrollo de la trama de la misma, en la cual también
interviene Jozeck (Jack Roth) el antiguo amor de Clara. Dos peculiaridades condicionan
la narración: el hecho de estar contada literalmente a tiempo real situada casi
exclusivamente en el marco espacial de la sala de teatro y el la circunstancia
de que nos muestra casi íntegra una obra musical teatral real que el polaco
Jerzy Jurandot escribío en el gueto de Varsovia cuya música se ha perdido y ha
recreado Víctor Reyes haciendo un excelente trabajo. Pero este filme es algo más
que un musical y una película sobre el teatro,
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