El británico Guy Ritchie, director de esta película, es algo más que el ex marido de Madonna: es un director más que interesante, con nervio, oficio y buen pulso narrativo, aunque su filmografia hasta la fecha haya sido irregular. Con esta Rocknrolla, ha firmado su mejor filme hasta el momento, un thriller-comedia videoclipero, dinámico, megaviolento, con afán crítico y también con mucho sentido del humor. Ritchie ya demostró con Lock and Stock (1998) su habilidad para trazar thrillers urbanos salpicados de comedia y con trasfondo social. Siguiendo las enseñanzas a partes iguales de Tarantino y de Danny Boyle (con un añadido de humor costumbrista británico), su carrera parecía más que prometedora, pero tras Sntach, cerdos y diamantes (2000), se hundió en la mediocridad al tiempo que su accidentado matrimonio con la gran diva del pop le convertía en un personaje mediático. Rocknrolla le redime definidamente tras algunas películas mediocres y rehabilita su figura, hasta al punto que su película anterior a esta que nos ocupa, Revolver (2005), se ha estrenado en España casi simultáneamente con Rocknrolla.
La película parte con la premisa de ofrecer un pastiche en imágenes de diferentes tópicos sobre el mundo del crimen organizado en las grandes ciudades (en este caso, situándose en Londres) y de los excesos salvajes de la vida contemporánea, a saber, violencia, sexo, droga…y rock and roll. El cóctel de sordideces varias se mueve como una rata de alcantarilla en medio de un entorno de corrupción política y chanchullos inmobiliarios que no duda en aliarse con el crimen organizado. Dos personajes, Unodos (Gerard Butler) y Murmullos (Idris Elba), dos asesinos a sueldo londinenenses, son el nexo de unión entre las diferentes tramas y personajes que desfilan en la película. Aparentemente, estos dos sicarios parecen no cumplir ningún rol trascendental en al trama, pero precisamente su sorpresiva implicación en todo el meollo que se nos va presentando, terminará por afectar decisivamente a los acontecimientos. Jenny Cole (Tom Wilkinson), un empresario inmobiliario corrupto y mafioso dispuesto a hacer el negocio de su vida en la capital británica con la ayuda de autoridades untadas, ve como su millonario negocio corre peligro de desmoronamiento cuando un cuadro que le ha sido prestado (el McGuffin de turno) desaparece. A partir de allí, todo tipo de situaciones, engaños, delitos e intrigas varias, servidas por una impagable galería de personajes: una supuesta chicas florero con dotes de espía, un avispado sicario gay, una patética estrella del rock politoxicómana y fascinada por su propia autodestrucción, unos oportunistas managers musicales, un soplón de poco fiar, un concejal corrupto neurótico o un empresario ruso propietario de un club de fútbol que dirige a al peligrosa mafia de su país en la ciudad, es parte de la pintoresca fauna del filme. La película coquetea con la crítica a lo hediondo del mundo de las finanzas, la política y el urbanismo y con la burla a una sociedad tendiente a endiosar y mirar con cierta simpatía (aunque no lo admita) los excesos, al violencia y el afán por el dinero fácil. No faltan tampoco referencias más o menos encubiertas a personajes reales (el empresario ruso, claramente inspirado en Abrahamovic). Una manera muy sui generis y espectacular de tratar la violencia y una excelente estética de videoclip otorgan pluses a una película cuyos principal peros son una cierta complejidad de su trama y un ritmo irregular. Pero en definitiva, resulta una película absolutamente recomendable.
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