¿Quién fue Vicente Blanco “El Cojo”?, el primer ciclista nacido en el Estado Español que corrió el Tour de Francia, en 1910? Su curiosa leyenda, moralizante fábula del triunfo de la voluntad de un sencillo muchachote bilbaíno, currela en varios empleos y aquejado de una discapacidad en los dos pies, que llegó a ganarse la vida en varios deportes destacando especialmente en el ciclismo, es una incompleta y un tanto desordenada miscelánea de anécdotas, donde falta bastante información, hecho que ha dado lugar muchas veces a la fabulación sobre el personaje. Este era Vicente Blanco, “El Cojo” (1884-1957)
Un superhéroe en Deusto
El barrio bilbaíno de Deusto vio nacer a Vicente Blanco (se desconoce su segundo apellido). Como un personaje de Charles Dickens comenzó a trabajar en su adolescencia para huir de la pobreza. El sector naval fue el primero que conoció cuando con 13 o 14 años comenzó a trabajar de pinche de cocina en un Barco. Más tarde ejercería de palero en embarcaciones, cometido que le proporcionó un físico fornido al tiempo que, cual marino nacido de la pluma de Joseph Conrad, conocía mundo y se quedaba prendado de las bicicletas que veía en los puertos, vehículo que tiene oportunidad de probar cada vez que pisa tierra firme. Eran los primeros años del siglo XX, Vicente aún no era El Cojo y aún no tenía 20 años.
Fue precisamente en 1904, cuando nuestro protagonista tenía 20 años, cuando el destino le brindó a Vicente una oportunidad al principio con máscara de desgracia, y que le permitió entre otras cosas utilizar la bicicleta como una auténtica prolongación de si mismo, ni más ni menos. Vicente entró a trabajar aquel año en la siderúrgica,
El sportman cojo del muelle
Vicente “El Cojo”, con 22 años era pese a su desgracia un chaval animoso que decidió practicar deporte para superar su discapacidad. Bilbao, a finales de la década de 1900, era una de las localidades de España más avanzadas en esta cosa que habían traído los ingleses hacía unos años y que era el Sport. Ya tenía el mejor equipo de Football de la península del momento, el Athletic Club, y en la capital vizcaína y alrededores se practicaba con fruición -además de deportes autóctonos como pelota, remo, o juegos rurales- cosas como el golf, boxeo, la gimnasia, la natación, el atletismo y las carreras de bicicletas, el ciclismo. Este último sport, era más de franceses que de ingleses, pero una sociedad anglófila como era la bilbaína a principios del XX no hacía ningún asco a un deporte que comenzaba atraer a numerosos jóvenes, entre ellos a Vicente. Sobre su primera bicicleta en propiedad, la cual comenzó a usar una vez abandonase el sector siderúrgico, hay diferentes versiones: se dice que la halló en un basurero, abandonada y desvencijada, y que la reparó él mismo con mimo y esmero, como un Gepetto convirtiendo un pedazo de madera en Pinocho; pero también se cuenta que la compró de segunda mano (también desvencijada y oxidada) a una trapera y que estuvo varios meses intentándola reparar. Sea como fuere, ambas versiones coinciden en que la destartalada bici carecía de neumáticos, y que a falta de medios económicos para comprarlos, Vicente colocó unas cuerdas gruesas de amarrar barcos.
En aquella época, la minusvalía no impidió a nuestro protagonista abandonar la actividad laboral y se empleó como pescador de angulas y como botero transbordador de personas, en el bilbaíno muelle de Olaveaga. Se dice que Vicente montó en aquel bote un minigaraje donde reparó su bicicleta, que se había convertido en la sustituta de sus maltrechos pies. No obstante, aquellos empleos no daban económicamente para mucho. Vicente se entrenaba a diario en su bicicleta y se había convertido en un sportman contumaz, capos incluso de correr a pata a gran velocidad a pesar de su cojera de dos piernas, y de nadar a gran velocidad. Por entonces ya había deportistas “profesionales”, que vivían de las ganancias en apuestas, aunque fuese esta actividad deportiva profesional poco más que una loca aventura propia de jóvenes tarambanas, puesto que para la mayor parte de los deportistas de principios del S. XX el deporte debía de ser Amateur. El Cojo, pese a todo, quiso ser deportista profesional, el era un aventurero, un joven y humilde obrero que buscaba ganarse la vida como fuese, y si era realizando su actividad favorita, el deporte, mejor que mejor.
Sea como fuere, antes de decantarse definitivamente por las carreras ciclistas, Vicente probó suerte con la natación y fue campeón de alguna que otra competición. Siguiendo su vocación marina bogó en regatas de bateles y según las crónicas también quedó campeón. Nos e sabe si es del todo cierto, pero pese a su brutal cojera compitió en carreras pedestres, quedando una vez subcampeón y ya con al condición de federado, gracias a
El ciclista que “volvió de la muerte”
Los triunfos de El Cojo en las carreras pedestres debieron dejar boquiabiertos a los mandatarios de
Vicente fue cuarto en el campeonato de Bizkaia de 1907 y segundo en el de 1908. Aquel año ganó su primera prueba, una carrera en pista en Bilbao de un día.
Operación Tour
En aquel tiempo, el Tour era ya la principal competición ciclista del mundo, pero aún a años luz de su actual status popular, mediático y comercial. Creada en 1903,
El tour en 1910
Por aquel entonces, no existía el sistema de equipos en el Tour tal y como lo conocemos ahora, aunque ya en 1910 los ciclistas que utilizaban una determinada marca de neumáticos eran agrupados en un mismo equipo, apoyado por dicha marca. Los que no tenían esa suerte iban sin equipo; años después ya empezarán a hacerse equipos por países. Vicente en el Tour 1910 pretendía integrase en algún equipo una vez llegase a parís desde Bilbao, si bien la empresa madrileña Continental le había proveído de neumáticos y finalmente le prometiese seis reales por cada kilómetro que corriese en la competición. No solo no era suficiente para todos los gastos del viaje hasta el inicio de al carrera sino que tampoco facilitaba la integración en ningún equipo, ya que Vicente iba a ser el único corredor financiado por la empresa española. Vicente llegó el 2 de julio a París, exhausto, casi sin comer y medio enfermo, aunque con tiempo sobrado para inscribirse, dotarse de una mejor bicicleta (la suya tenía las gomas destrozadas) y conseguir mejores financiadores. Se fue a al fábrica de bicicletas Alcyon, que había proveído a François Faber, el último campeón del Tour. No le ayudaron nada pero allí conoció a Joaquín Rubio, un mecánico español que le proporcionó una bicicleta y el acompañó a inscribirse en la sede del periódico organizador de la ronda, L´Auto. Finalmente, Vicente se inscribió como corredor sin equipo.
Vicente Blanco comenzó la carrera en bastante malas condiciones físicas fruto del penoso viaje hasta Francia. No era de extrañar que no durase nada, concretamente solo tres etapas. Quedó noveno en la primera, que discurría entre París y Roubaix y que ganó el holandés Vanhowaert. Nada mal, si tenemos en cuenta que nuestro protagonista pocos días antes estaba que no se tenía. Disputó la siguiente, que llegó a Metz, pero en el transcurso de la tercera, que concluía en Belfort, completamente exhausto, abandonaría. Años mas tarde declararía: “Me retiré porque la aventura más peligrosa era marchar en solitario. Las carreteras eran estrechas, y no solamente había que ir sorteando los baches, salvando las piedras que se cruzaban, sino que había que guardarse mucho del polvo que levantaba el corredor de delante, impidiendo ver las cunetas”. Así terminaba la aventura en Francia del dorsal 55 del Tour 1910, el mejor ciclista de España en un país que aún estaba lejísimos en cuanto a apoyo social al deporte del ciclismo, en comparación con lugares como Francia o los Países Bajos.
Las últimas pedaladas del Cojo
Vicente no volvió a correr el Tour, pero siguió como ciclista hasta 1916, con 32 años. Siguió cosechando triunfos hasta 1912, como campeonatos vasconavarros o pruebas de un día, además de ser tercero en la primera Volta a Catalunya en 1912. Seguía siendo juerguista y glotón, pero siempre un ser humanamente excepcional. Tras su retirada se dedicó al transporte de mercancías. No se sabe muy bien, pero después se metió en otros negocios los cuales resultaron ruinosos y le terminaron por llevar a al pobreza. Su fecha de fallecimiento esta datada el 24 de mayo de 1957 en Bilbao, aunque esto se ha podido cerificar hasta hace relativamente poco. Muy poco se sabe de la actividad de Vicente Blanco en los últimos años de su vida. Un juguete roto más, que murió olvidado y en la miseria.
Vicente Blanco, “El Cojo”, atleta legendario, personaje extraño y contradictorio, el primer gran deportista de la historia que hoy daríamos en llamar paralímpico. Ejemplo de lucha y de voluntad cuya crónica de modo alguno debe olvidarse
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