*** y 1/2
Vuelve Julio Medem. Había expectación por ver si su nueva película iba a relanzar su un tanto tambaleante filmografía en los últimos años, en los que pese a no dirigir ninguna película mala, sus últimos títulos por un motivo u otro, no llegaron a alcanzar las expectativas deseadas por los seguidores del singular cineasta donostiarra ni en definitiva, las de los amantes del buen cine que durante la década de los 90 disfrutaron de excelentes y alucinantes filmes situados en la frontera entre la narración y la poesía, en el límite entre lo real y lo imaginario. Pues bien, en la década de 2000, con su estrella apagada tras la aún muy digna pero irregular Lucía y el Sexo (2000), el polémico pero nececesario (aunque cinematográficamente pobre) documental La pelota vasca: la piel contre la piedra (2002), y la un tanto decepcionante Caótica Ana (2007), Medem dejó de militar en la primera división del cine europeo y en este nuevo decenio da señales de querer, si no reinventarse, si tratar de superar las ya demasiado manidas señas de identidad de su cine. El hecho de dirigir un proyecto de encargo y que además es un remake de una película preexistente, la chilena, En
Habitación en Roma, no es sin embargo ninguna mala película, es un filme muy peculiar rodado con la maestría necesaria de un director, el cual, reescribiendo el guión del filme en el que se basa (curiosamente en los créditos ni se menciona a la película original), consigue un más que digno trabajo de autor que convence y gusta pese a su un tanto estrambótica premisa argumental y estilística. El filme se localiza prácticamente en solo un escenario, la habitación de un hotel en Roma, y son solo dos las actrices que ocupan el 90% del metraje: la palentina Elena Anaya y la ucraniana afincada en Barcelona Natasha Yarovenko. Ellas interpretan respectivamente a Alba, una ingeniera española de treintaitantos años que se encuentra en la capital italiana de viaje de negocios, y a Natasha, una tenista rusa de ventitantos que esta a punto de casarse. Las dos acaban una noche en la habitación del hotel donde se aloja Alba y comienzan una intensa relación amorosa basada en el descubrimiento de ellas mismas y todas sus circunstancias que les han hecho ser las mujeres que son actualmente. El espectador es entonces testigo, casi a tiempo real, de sus conversaciones y de sus relaciones sexuales, en donde ambas intentan superar su pasado y caminar precipitada y alocadamente por un futuro nuevo que empieza a abrírse, pero ¿existe realmente ese futuro?, ¿es el pasado demasiado pesado como para cambiar realmente la vida de alguien?.
Medem consigue llevar por buen derrotero el drama intimista y consigue que la claustrofóbica habitación del hotel (al parecer se trata realmente de un decorado) no restringa la intensidad dramática del filme. Las dos actrices, que rodaron gran parte de la película en inglés, están perfectas y muy creíbles, con el plus de encontrarse casi todo el filme desnudas y tener que rodar una muy explícitas escenas sexuales lésbicas en una película que también podría calificarse de erótica. Una cuidad utilización de la música y las canciones y una escenografía perfecta realzan una película que sin embargo tiene un ritmo irregular, a veces resulta un poco resabidilla, y cae en ocasiones en la tentación de lo sentimentaloide y lo malamente poético, algo que un cineasta como Medem no se puede permitir.
Esta película podrá tener sus detractores, pero a buen seguro que pocas películas españolas en este año 2010 serán tan buenas como ella. No obstante, que un cineasta que ya no se encuentra en sus horas más brillantes siga siendo de los únicos en ofrecer en España un cine estimulante, de calidad y de vocación internacional, dice mucho de del no muy alto nivel en el que se encuentra la cinematografía española actualmente. Voyeur o no, tramposa o no, Habitación en Roma es una opción totalmente recomendable para ir al cine un día de estos.
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