Trazando un mapa en el espacio, sin necesidad de estar dibujado en un papel. Desde un punto hasta otro, desde un lugar fijado aunque cambiante hasta un destino. Dibujando el camino en la memoria. Lo malo es cuando no sabes si el punto de llegada en el mapa es el correcto, si existen otros mejores o puede ser ese o bien demasiado cercano o bien improcedente lejano, inadecuado en definitiva para haber hecho un correcto trayecto en un momento dado.
Se puede viajar de muchas formas, y una de ellas, la más poderosa, es la imaginación. Pero tal vez no sea la mejor…o quizás sí. Con la imaginación se puede viajar a lugares donde resultaría imposible llegar de otro modo sea cual sea la razón que impida a ello. Se puede llegar a lejanas tierras, exóticos parajes, remotos países y distantes ciudades, existentes o no en el mundo. Cuando existen limitaciones de diversa índole, es entonces cuando, sin necesidad incluso de mapas de ningún tipo, la imaginación se expande y nos transporta a donde nosotros deseamos encontrarnos en ese momento. Pero la imaginación no suele servir de mucho, por desgracia; aunque la sensación que proporciona de poder huir y volar hacia otros lugares es indescriptible.
Pero volviendo a la utilidad de los mapas, esta claro que no tiene por que ser materialmente necesarios cuando pueden ser confeccionados con la propia mente; cuando los caminos, las montañas, las costas, los ríos, las cotas, las coordenadas pueden ser dibujadas en la cabeza de uno mismo. Es importante, en todo caso, elaborar un buen mapa cuando se pretende alcanzar un destino, no solamente en una vez primera, sino en sucesivas ocasiones, aún cuando se cree dominar ese camino, tan familiar e interiorizado a costa de ser repetido. Hay que tener clara la ruta en todo momento; esto no es que sea esencial ni infalible para alcanzar el destino, pero duda cabe que resulta fundamental. Porque el destino en los mapas no solo es el punto físico de llegada, es algo más: es un estado de ánimo, una fase en la vida de alguien, un sentimiento en un momento dado. Por eso en los destinos, en las llegadas, en las metas, en los puntos finales de los mapas queremos sentir simple y llanamente la felicidad. Y por eso nos afanamos en trazar los mejores mapas posibles para no solo llegar lo más fácilmente posiblemente a ese punto, sino para que el trayecto siempre sea algo único, bello e irrepetible. En los mapas, pues, el trayecto es lo que realmente tiene importancia. Hacer mapas en la vida es una bella arte, pero no siempre se sabe o se pude hacer correctamente ya que son muchas las limitaciones con las que nos podemos encontrar incluso dibujando nuestros mapas en el aire.
Cuando uno se da cuenta de que una cosa son los mapas que se desean seguir y otra cosa los mapas que algo externo se empecina en que sigas, es entonces cuando resulta necesario ir trazando mapas imaginarios fabricados de ilusión, que surcan la tierra y el aire y son capaces de atravesar el tiempo y el espacio, veloces como estrellas fugaces. La imaginación nace de la vida y de la voluntad, y la voluntad no es otra cosa que deseo. Gracias a la imaginación se puede conseguir lo que se desea y no habrá nunca barreras para ella. La vida puede llegar a ser como uno desee, puede ser trazada y dibujada según la voluntad y posibilidades propias, y aunque existan impedimentos, dificultades y desdichas, esas pueden ser superadas. Resulta muy difícil el ejercicio de superación, en ocasiones casi parece imposible, pero cuando los mapas de la vida se confeccionan a base de ilusión, de belleza, de amor y de deseo de felicidad, no habrá entonces lugar para la desesperación. No es necesario tener trazado un mapa prefijado en un momento dado, pero resulta gratificante ir dibujando- aunque solo sea muy, muy a poquitines- la cartografía de la vida, los mapas que se desean como propios y que se ve necesario seguir para haber podido transitar el mejor recorrido. Solo así se puede eludir lo negativo y conocer lo que realmente se desea. Alcanzar la felicidad.
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