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Una delicia. Pocas veces una saga cinematográfica tiene en su capítulo final el mejor de sus filmes, y esto es lo que ocurre en Toy Story, la franquicia de animación parida a mediados de los 90 gracias al proverbial encuentro entre la Pixar de John Lasseter y la Disney. Una coda mucho más que digna para una trilogía que ya ha hecho historia en el campo de la animación. A estas alturas, sobra decir que el primer Toy Story (1995) marcó un antes y un después al ser el primer largometraje de animación íntegramente por ordenador y que marcó la pauta del cine de cartoons que actualmente pulula por nuestras pantallas, mientras que Toy Story 2 (1999) continuó dignamente este clásico de los 90. Ahora, mas de 10 años después y con el cine de animación por ordenador en unas cotas técnicas estratosféricas, la empresa del ratoncillo ha tenido la feliz (y acertada) idea de resucitar al vaquero Woody, Buzz Lightyear, Mr. Potato, Rex y el resto de juguetes del pequeño Andy, en una nueva y tardía tercera entrega concebida en 3D: una excelente manera de conmemorar los 15 años de vida del largometraje de dibujos animados por ordenador. Pero esta entrega, dirigida por Lee Unkrich, no es ningún homenaje autocomplaciente ni destinado a los niños que crecieron con la saga (ahora jóvenes o adolescentes), sino una película con personalidad propia que entusiasmará al público de todas las edades y que de momento es uno de los mejores filmes del año 2010.
Es evidente que en un campo como el cine infografico, las películas serán mejores técnicamente conforme avanzan los años, y esto se aprecia claramente en Toy Story 3: una total sensación de realismo entonos y cada uno de sus fotogramas y en un montaje verdaderamente trabajado y perfeccionista. En ese sentido, la película sigue la estela de Wall E (2008), la última obra maestra de Pixar, que ya nos dejó a todos con la boca abierta. Ahora, la sensación de que se ha llegado al infinito y más allá en realidad no viene tanto de su (indudable) espectacularidad técnica ni del más que acertado uso de la imagen tridimensional, sino de la emoción que desprende una historia verdaderamente encantadora, humana, hecha con inteligencia y apta para todas las edades. Toy Story 3 es la historia de cómo una serie de personajes se enfrentan a su incierto destino tras vislumbrar el ocaso de sus días de gloria: no hay peor cosa que ser un juguete en desuso al que nadie hace ya caso. Woody, Buzz y compañía se enfrentan ahora a una nueva situación, con un Andy a punto de ser universitario y que ya hace tiempo dejó de jugar con ellos. Resignados a ser guardados en el desván, por error llegarán a una guardería en concepto de juguetes donados, pero lo que al principio parecía un paraíso, finalmente se revelará como todo lo contrario ¿debieron de quedarse con Andy, aunque solo fuese para estar guardados en un arcón para siempre? Un guión rico y sublime convierte la historia en una pura delicia, con estructura de parodia de cine de género (acción, aventuras, cine negro) y muchos homenajes a tópicos y lugares comunes del séptimo arte que sin duda harán las delicias de los cinéfilos adultos. Los nuevos personajes en esta entrega son todo un hallazgo: Lotso, un oso de peluche que ha conformado una especie de siniestra mafia juguetil en la guardería, un muñeco bebé que se comporta como un matón mamporrero, Ken el novio de Barbie enormemente panoli, y un oscuro y atribulado payaso de juguete son algunos de los nuevos e impagables fichajes en un filme que exhibe un disfrutable sentido del humor para todos los públicos.
Solos, en familia, con o sin niños, con amigos, esta película es perfecta para pasar una buena tarde de verano y salir del cine con una sonrisa de oreja a oreja y también con cosas que pensar de camino a casa, y también por que no, con alguna que otra lagrimita a punto de salir: el encanto de esta película es mayúsculo.
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