**** y 1/2
En medio de la mediocre oferta navideña se encuentra un oasis de gran cine, el de esta excepcional producción histórica británica que recoge con mimo y cuidado la no muy conocida crónica de los diez años anteriores del rey Jorge VI (1895-1952) de Inglaterra antes de su llegada al trono en 1936, años en donde el entonces Duque de York, hijo y hermano de rey, tuvo que luchar sin cuartel contra su tartamudez y sus problemas de habla. Esta película es pues una historia de superación personal, un relato en donde un personaje poderoso tiene que superar un traumático defecto para poder ejercer correctamente su cometido, que en un monarca no es otro que el representar testimonialmente a su país, y en algún momento dado, “guiarle” y servirle de aglutinante, como cuando se declaró la II Guerra Mundial. El rey Jorge, padre de la actual reina británica Isabel II, aparece en esta película dirigida con clase por el prometedor Tom Hooper, como una persona que totalmente acomplejada por su defecto del habla, se ve incapaz de cumplir los designios y exigencias de la familia real inglesa aún no siendo el heredero directo al trono. Abrumado por el carácter de su padre el viejo Jorge V y marcado con la compleja relación con su hermano el Príncipe de Gales y posterior rey Eduardo VIII, el Duque de York/Rey Jorge VI de este film aparece como un ser cuya principal obsesión es poder superar sus limitaciones para servir a su país y alcanzar todas las expectativas que se depositan en él, aunque ante su problema por un momento tuvo la convicción de que lo mejor era no ser nunca monarca, destino del que trato de huir aunque internamente sabía -sobre todo debido al carácter y circunstancias de su hermano, que abdicó en su favor- que algún día llegaría a serlo. Colin Firth encarna a la perfección a tan complejo personaje en la que es tal vez la mejor interpretación de su carrera; gran parte de la grandeza de este filme se debe a su excepcional trabajo.
La película transcurre en su mayor parte durante cuatro años (1935 y 1939), con breves prólogos en los años 20 y es en realidad una película sobre la relación de dos personajes: Bertie, el rey George y el hombre que ayudo a curar su tartamudez, el logopeda aficionado Lionel Logue (interpretado por Geoffrey Rush), un actor australiano de poca monta que se ganaba la vida ayudando a la gente a superar sus problemas del habla. Lo que al principio fue una relación tensa entre un arrogante altivo (solo en apariencia) miembro de la realeza inglesa y un excéntrico y un tanto bocazas personaje (aunque de gran honestidad) termino por convertirse en una hermosa amistad gracias al proceso de “humanización” que experimentó el Rey Jorge y que en esta película aparece maravillosamente reflejado. Se demuestra como una aparentemente pequeña y sencilla historia puede ser en realidad todo un complejo y matizado relato con todo tipo de sugerencias y con multitud de registros que van desde el gran drama hasta la comedia cotidiana pasando por la didáctica crónica histórica y llevando a cabo ese tan británico y siempre efectivo ejercicio de estilo que es el combinar y entrecruzar la vida de personajes de extracciones sociales altas (en esta película no pueden ser más altas) con la de las clases populares. Una dirección más que eficaz, un estilo narrativo claro y conciso y un guión muy sólido ayudan a convertir a esta película en una pequeña obra maestra que suena con fuerza para competir en los Oscar. También hay que destacar una muy cuidada ambientación de los años 30 y un reparto excepcional dotado de rostros muy conocidos de la interpretación británica: Helena Bonham Carter (Isabel, la esposa de Jorge y futura Reina Madre), Michael Gambon (Rey Jorge V), Timothy Spall (Winston Churchill), Derek Jacobi (Arzobispo de Westminster), Anthony Andrews (Stanley Baldwin), sin olvidar al australiano Guy Pearce y su convincente recreación del playboy rey Eduardo, un personaje clave para entender el carácter de Jorge. Hay momentos de gran fuerza emotiva y de cine con mayúsculas, aunque también es verdad le que falta algo de fuerza al conjunto para ser una total y absoluta obra maestra. Una opción muy recomendable para empezar el año cinematográfico
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