***
Película tan divertida y lograda como inofensiva, Un Cuento Chino vuelve a demostrar que el cine argentino sabe manufacturar productos de calidad independientemente de cuales sean las pretensiones del filme en cuestión, ya bien sea dramas trascendentes, filmes con más o menos contenido denuncia, melodramas de regusto internacional o, comedias ambiciosas, o como en este caso, comedias de planteamiento modesto y casi anecdótico pero que cumplen más que con creces con su función: la de ofrecer una historia sencilla, entrañable, inteligente que resulte divertida y de agradable visión para el espectador.
Un Cuento Chino es una especie de mezcla entre buddy movie a la argentina con comedia humana con algunas gotas de excentricidad, costumbrismo y, por que no, radiografía social. Ricardo Darín, sin duda alguna el rostro más conocido de la interpretación argentina en los últimos 10 años vuelva a darse un recital interpretativo como protagonista, esta vez encarnando a Roberto De Cesare, un cincuentón solitario, maniático, cascarrabias y amargado que vive solo para su negocio de ferretería y que reside en un desaliñado apartamento que parece anclado en los comienzos de los años 80. Su gris rutina se ve alterada por la llegada casual a su vida de un joven inmigrante chino, Jun (Ignacio Huan, un actor chinoargentino), que sin saber ni papa de castellano busca a su tío supuestamente residente en Argentina, tras haber salido de su país repentinamente. Roberto, contra su voluntad inicial, accederá a dar hospedaje al chinito de marras con todos los desencuentros posibles de imaginar debido a la barrera idiomática, la diferencia de costumbres y sobre todo lo imposible que resulta que Roberto se adapte a la presencia de una sola persona en su vida inmediata. Una estructura sencilla (casi un cuento, vamos) en una historia que siempre esta planteada desde el punto de vista de su protagonista y la evolución de sus (más complicadas de lo que parecen) circunstancias emocionales. Un canto a la amistad y al entendimiento entre diferentes como solución a los problemas, contado de forma llana y sin concesiones a artificios varios. El director de esta cinta, Sebastián Borenzstein muestra además una gran versatilidad y variedad de registros formales, ya que además la columna de comedia costumbrista que sustenta este filme, el guión inserta curiosos retazos (existentes en la imaginación de Roberto o fuera del contexto de la historia) de corte tragicómico y algo esperpéntico que visualmente parecen beber del cine de los hermanos Coen o del Tarantino más salvaje, y que contrastan con el tono general del filme, así como su curioso prólogo-flashback.
Una película sobre el poder de las casualidades y con un mensaje claro: es más fuerte lo que nos une a todos que lo que nos separa. Varios momentos de especial intensidad, como el falshback de la guerra de las Malvinas, que viene a explicar en gran medida las circunstancias del ferretero protagonista, aumentan las virtudes de una película que tampoco es que sea como para tirar cohetes, pero que divierte (y mucho) y deja algún que otro mensaje positivo, algo que muchas veces se hecha en falta en muchas de las películas que se estrenan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario