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No
se puede pedir más al debut de un director como en esta ópera prima del joven
Behn Zeitlin, una película que esta sorprendiendo al público y a la crítica y
que ya tiene en su haber la nominación a varios Oscar entre ellos el de Mejor
Película y Mejor Actriz a la pequeña gran intérprete de seis años Quvenzané
Willis. Este es un filme extraño, inhóspito y muy personal que se adentra hasta
la médula en el universo y la mentalidad infantil con la particularidad de que
Hushpuppy, la niña protagonista, vive en un inquietante entorno en un Missisipi
rural y supuestamente postapocalíptico (en un futuro no muy lejano o en un
presente alternativo) anegado por las aguas de los océanos, algo que ha sido ocasionado
un supuesto deshielo glaciar propiciado por el cambio climático; es decir, una
situación extrema que hace aflorar el instinto de supervivencia en una mente y
cuerpo diminuto. Pero esta no es una película de ciencia ficción ni de efectos
especiales (aunque si que hay alguno) ni tampoco una película cien por cien
fantástica aunque los límites entre la fantasía y la realidad están bastante
desdibujados. Bestias del Sur Salvaje,
adaptación libre de una obra teatral de Lucy Alibar es en realidad un drama
casi visual, narrado siempre desde el punto de vista de Hushpuppy en donde se
trata de poner imágenes a la situación de la infancia en un entorno salvaje en
donde las fuerzas desatadas de la naturaleza campan a sus anchas (inundaciones,
ciclones) en una especie de venganza contra el ser humano, en donde las reglas
sociales ya no existen y la civilización tal y como la conocemos parece haber
desaparecido en algunas regiones como La
Bañera, la inundada comunidad donde viven Hushpuppy y su padre. Es precisamente la difícil y ambigüa relación
entre el progenitor y la niña el elemento que vertebra la existencia de la
pequeña, dispuesta a todo con tal de sobrevivir pero siempre tratando de
recuperar el cariño de un padre desequilibrado y superado por los acontecimientos
Debido a
que la película en ocasiones resulta difícil de seguir por lo árido de su
estilo narrativo es necesario tratar de entregarse al poder evocador de sus
imágenes, realistas y con un punto miserabilista, pero hermosas y en ocasiones
imponentes. La película alcanza cotas altas cuando muestra la ensoñación de la
joven protagonista y que simboliza la relación entre ella y la naturaleza
salvaje, representada por los uros, animales prehistóricos que vuelven a la
vida (¿en su imaginación?) y su instinto animal luchador. Una pequeña y extraña
epopeya contada con medios dramáticos y narrativos atípicos que trata de no
dejar indiferente y se puede decir que lo consigue.
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