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Cuatro
años después del reboot cinematográfico de la franquicia Star Trek parece que
los productores de aquella Star Trek
(2009) reiniciadora quieren dar continuidad a una saga eterna de ciencia ficción
con casi 50 años de vida primero en la televisión y después en el cine y con ya
doce largometrajes y cinco series de televisión. Tras casi medio siglo el tirón
de Star Treck no decae y aunque en cada entrega en pantalla grande desde 1979 y en las diferentes series de
televisión secuela de la serie original creada por Gene Roddenberry en 1966 se
nos cuenta más y más de lo mismo, toda la mitología creada alrededor de la nave
USS Enterprise, del Capitán Kirk, de Mr. Spock, de Scotty y demás familia parece
que nunca remitirá. Ya todo un standard de la cultura del entretenimiento, la
franquicia Star Trek aún sigue coleando en 2013 aunque lo haga con más pena que
gloria.
JJ
Abrams, creador de últimos éxitos televisivos como Perdidos o Alias repite
como director de la segunda entrega de la saga reboot y esta vez no se ha
encontrado tan inspirado como en la anterior película. Aunque sigue partiendo
con la acertada premisa de atraer al universo trekkie a nuevos seguidores y a
no iniciados en la saga, no logra dar con el tono de una digna película de
ciencia ficción y aventura y aquí falta épica y melodrama y sobra parafernalia
catastrofista, un mensaje paranoico antiterrorista que cada vez es más
omnipresente en el cine norteamericano y una violencia un tanto inédita en el
universo StarTrek. No parece muy adecuado este tono oscuro y malamente
tenebroso que se ha tratado de aplicar a la película para al final contar una
historia predecible y muy poco desarrollada. Con unos efectos especiales eso sí
fascinantes, poca chicha se puede sacar en un producto que pese a varios buenos
momentos cae finalmente en la asepsia total. De nuevo repite el nuevo reparto
encargado de dar vida a la tripulación de toda la vida del Enterprise con Chris
Pine como el capitán James T. Kirk y Zachary Quinto como Spock como cabezas de
reparto y cumpliendo con creces - sobre todo el segundo, clon absoluto de
Leonard Nimoy- pero sin las más que interesantes aristas interpretativas de la
anterior entrega. No obstante, el mejor del reparto y con diferencia es el
británico Benedict Cumberbatch como un villano de armas tomar que esconde una
sorpresa que entusiasmará a los fans de la saga (y que es de lo mejor del
filme) como también agradará a los trekkies ver de nuevo a Leonard Nimoy como
el viejo Spock, al igual que en la anterior entrega, en un diálogo
transtemporal con su joven ego. Con mayor presupuesto aunque con historias
poco atrayentes, la Enterprise parece
decidida a seguir surcando el espacio y esto siendo algo que se inició en 1966,
resulta sencillamente prodigioso.
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