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Es
una buena señal que los grandes estudios hollywoodienses apuesten por películas
tan honestas, sugerentes, realistas y sin artificios como esta adaptación de un
best seller biográfico de 1854 que contaba las vicisitudes de Salomon Northup,
un ciudadano negro libre de Nueva York que en 1841 fue engañado y secuestrado
en Washington para ser vendido como esclavo en el sur esclavista de Estados
Unidos en la época anterior a la abolición. Un relato estremecedor y cruel que
además de retratar una dolorosa etapa en la historia de Estados Unidos muestra
la desgarradora realidad de los esclavos afroamericanos del siglo XIX, forzados,
humillados y tratados como mercancía en un país que aspiraba a ser el más
avanzado del mundo. Aunque el esclavismo norteamericano se ha tratado en
innumerables veces en el cine, este filme nace expresamente con vocación de ser
la película definitiva sobre la esclavitud en EEUU y con la duda que lo haya
conseguido o no desde luego el resultado cinematográfico es más que excelente
con un filme realista y muy descriptivo que fusionando el drama psicológico, el
intimismo y la crónica biográfica no deja indiferente al espectador. Un drama
puro y duro trufado de momentos duros y en el que es clave el excelente trabajo
que hace Chiwetel Ejiofor como Northup para conseguir que el espectador se
identifique con el personaje y viva en carne viva su injusto y desesperante
drama personal. Tanto en los momentos dialogados como el los silencios, Ejifour
logra una interpretación memorable en la piel de un hombre al límite en una situación
infrahumano y que sin embargo a base de tesón y esperanza logra mantener su
humanidad y su cordura durante doce años de injusto castigo.
Con
una cuidada ambientación histórica y un ritmo narrativo correctamente adaptado
a las circunstancias, Twelve years as a
slave no tiene apenas concesiones al melodrama o al efectismo dramático ya
que trata de contar una historia como se supone que fue. El director
afrobritánico Steve McQueen (nada que ver con el mítico actor norteamericano
del mismo nombre), un personaje realmente polifacético, ha firmado un gran
filme que entre la crónica y la denuncia histórica resulta toda una experiencia
cinéfila y humana. Coproducida por Brad Pitt, que también interviene en el
reparto como un abolicionista canadiense, la película cuenta con unos
intérpretes eficaces combinando algunos rostros semidesconocidos (Lupita
Nyong’o, Liza J. Bennet, Sarah Paulson) con estrellas de diferente calado
(Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Alfre Woodard, Paul Dano, el propio
Pitt) en una epopeya humana cuya crudeza en algunas escenas puede que no sea
del gusto de todos los públicos. Opción más que recomendable.
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