Se llamaba
José Cabrero Arnal y su profesión era la de dibujante y guionista de cómics.
Vivió entre 1909 y 1982 y pese a ser español (aragonés de nacimiento y catalán
de adopción) desarrolló casi toda su carrera en Francia, la meca europea del
cómic en el siglo XX. Durante más de
tres décadas (de los 40 a
los 70) se convirtió en uno de los dibujantes de historieta más reputados en un
país con una larga tradición comiquera como Francia, aunque a día de hoy su
talento y sus logros se encuentran en un inmerecido olvido tanto en su país de
adopción como en su país de origen, España, en donde muy pocos conocían -y
conocen- el verdadero país de nacimiento de C. Arnal o D’ Arnal (como firmaba
en Francia) y la magnitud de su obra. Pif le chien (Pif el perro), su creación
más conocida, es todo un icono del cómic en Francia desde su aparición en 1948
aunque fuera de las fronteras del país galo no ha corrido tanta suerte en
cuanto a popularidad como otros compatriotas de tinta china como Asterix o
Lucky Luke. Y es que Cabrero Arnal siempre fue un artista que estuvo
condicionado por la peculariedad de la génesis y de la distribución de su obra
en Francia, dada a conocer principalmente en periódicos y revistas de ideología
comunista pese a no ser él un dibujante cuya obra se caracterice en absoluto
por su contenido político (al menos en su etapa en Francia) ni ser él mismo
militante del Partido Comunista Francés. Pif
Gadget, la revista de historietas creada en 1969 y que tuvo a Arnal y su
Pif como estrellas absolutas supuso una revolución en el mundo de la historieta
francófona que concluyó en 1992, tres años después de la muerte del dibujante.
Cultivador de la historieta infantil preferentemente con animales
antropomorfos, tal vez ese aspecto haya sido el causante de la subestimación a
la que parte de la crítica y el público
actuales y durante su época le han sometido así como su no subordinación a los
cánones de la historieta francobelga en pos de un estilo de dibujo anglosajón
claramente concomitante con las primeras creaciones de Walt Disney y los
dibujos animados de la primera mitad y mediados del siglo XX, pero el
hispanofrancés (aunque nunca le dieron la nacionalidad francesa a pasar de
vivir más de 40 años en Francia) fue un total innovador de la historieta en los
años 30- en su etapa española- como luego veremos y un excepcional humorista.
Su biografía durante su vida fue casi desconocida, especialmente en
determinados periodos de su vida, aunque más tarde se descubrieron
estremecedores episodios que contrastaban
con el optimismo y la alegría de sus coloristas creaciones: exiliado
desesperado en Francia con el estallido de la Guerra Civil española,
prisionero de guerra de los alemanes durante la
II Guerra Mundial e internado en el siniestro campo de
concentración de Mauthausen, indigente en las calles de París tras el fin de la
guerra… un superviviente nato que evolucionó de joven petimetre y crápula en la Barcelona de los años 20 a metódico y laborioso
anciano superviviente de la guerra con muchos horrores vistos, aunque pocos
compañeros de profesión sabían eso. En su legado, una obra plagada de humor,
surrealismo e inocencia que encandiló a un buen número de críos franceses
durante la segunda mitad del siglo XX y convirtió a la revista Pif Gadget – en
donde colaboraron desde Hugo Pratt a Nikita Mandryka - en un auténtico fenómeno
editorial con records aún no superados en la historia del cómic en Europa.
Un muchacho dandy y bohemio en Barcelona
José
Cabrero Arnal nació el 6 de septiembre de 1909 en una aldea de Huesca llamada
Castilsabás, aunque con poco más de 10 años se fue a vivir con su familia a
Barcelona. Siempre se había creído que Arnal había nacido en Barcelona- el
siempre lo afirmó así y así constaba en su carné de identidad- , pero en fechas
recientes se descubrió su verdadero lugar de nacimiento en Aragón. La causa de
este cambio legal de lugar de nacimiento tiene una razón que luego veremos. El
padre de José, Emeterio, se dedicaba a tareas de labranza y no veía porvenir en
el campo oscense en donde trabajaba en las tierras de otros, por lo que decidió
emigrar a Barcelona con su mujer y sus hijos hacia 1920. Allí encontró empleo
como policía y consiguió que familia echara raíces, con el pequeño José
perfectamente integrado en la gran urbe barcelonesa pese al cambio de pasar de
una aldea recóndita a una ciudad de la magnitud de la capital catalana. La
familia Cabero Arnal reside en el bario del Ginardó.
Pif (y Hércules), la creación emblemática |
Era la Barcelona de los años 20
un lugar tan conflictivo (huelgas, protestas obreras, crímenes varios) como
fascinante por la relativa modernidad que irradiaba un ambiente repleto de
cafés-tertulia, avenidas concurridas de señoritos y damas y una elegancia
decadente que tenía su reverso mas oscuro en zonas como el ya denominado
“barrio chino” con sus salones, cabarets, conflictos a mano armada, disputas y crimen organizado. El caso es que
el joven José Cabrero parecía sentirse muy atraído por el ambiente de la Barcelona más liberal y
antes de cumplir los 18 años ya pretendía entrar en cafés y lugares de mala
nota. Años atrás, aproximadamente hacia 1924 cuando contaba con 15 años,
ya había abandonado sus estudios; y por
entonces el adolescente José comenzaba a ganarse la vida como ebanista primero
y mecánico más tarde. Se cuenta que era un chaval jovial, alegre y bromista,
buen trabajador pero excesivamente preocupado por la vida disipada y bohemia.
Ya de niño había mostrado tener un don especial para el dibujo aunque no se
planteaba vivir de ello en una época y un país en donde la ilustración se
limitaba al mundo de la publicidad (aún en pañales) y la ilustración de libros:
por supuesto la historieta era aun un
campo que estaba dando sus primeros pasos en España (Barcelona fue una de las
primeras grandes industrias antes de al Guerra Civil) y el humor gráfico- de
fuerte implantación en España desde finales del XIX- era un terreno circunscrito a unos pocos. El
dandi postadolescente José Cabrero Arnal, sombrero de ala ancha y pajarita,
terminada su jornada laboral como reparador de máquinas de calcular mecánicas
solía frecuentar locales de moda bohemios de la Barcelona de los años 20
como el Bataclán o el cabaret de La
Criolla, además de burdeles como el de Madame Petit, lugares
donde no estaba permitido el acceso a menores de 21 años. José conseguía entrar
gracias a sus dibujos y caricaturas que ofrecía al conserje de turno. Antes de
cumplir los 20 años era una persona muy conocida en la noche barcelonesa pero
el mismo veía la necesidad de sacar más provecho a aquella afición y habilidad
suya en el dibujo que la estaba abriendo muchas puertas en la vida social (se
había convertido en el caricaturista oficial de la noche barcelonesa) No
obstante, antes de dedicarse profesionalmente a la ilustración y la historieta
(un arte que comenzaba a cobrar auge en España a finales de los años 20) el
joven José Cabrero probó suerte en el boxeo - el deporte de moda en la Barcelona de entonces-
entre 1928 y 1929. Le rompieron la nariz y no quiso saber más del pugilismo,
era hora de sacar partido a sus dibujos.
Un libertario mundo de animales parlantes
Historieta de la revista Mickey |
En 1929,
con 20 años de edad, José Cabrero Arnal es contratado casi al mismo tiempo por
la mítica revista infantil TBO
(decana de las publicaciones de historietas en España) y por otra publicación
de la época, la valenciana KKO, para
dibujar historietas secuenciadas y chistes de una sola viñeta. El cómic se
había introducido no hacía mucho en España y aún estaba en pleno proceso de
desarrollo y bastante más atrasado que el que se hacía en otros países de
Europa como Francia o Bélgica o en Estados Unidos: no se empelaba aún el
bocadillo y las historietas largas era más bien una colección de viñetas con
mínima estructura narrativa ya que muchas veces estaban supeditadas a la
narración y diálogos que se ofrecían en un texto en el pie de la viñeta. Cabrero Arnal, que había comenzado con tiras
donde los humanos eran protagonistas con humor típico de los años 20 y 30, era seguidor
de los dibujos animados norteamericanos mudos de El Gato Félix de Pat Sullivan y se propuso realizar también
historietas protagonizadas por animales antropomorfos al estilo de los
incipientes cartoons de entonces (pero con diálogos), un tipo de cómic que ya
estaba teniendo aceptación en EEUU por influencia precisamente del cine de
animación. Arnal sabía que los animalitos parlantes eran los preferidos de los
niños e intuyó que este tipo de historietas tendrían gran éxito entre la chavalería.
A principios de los años 30 comienza a colaborar con las publicaciones Gente Menuda, Mickey y a partir de 1931 la recién creada revista Pocholo, que en los años 30 se convirtió
en toda una referencia del entretenimiento infantil en España además de ser una
de las revistas seminales del cómic en España. Arnal, que firmaba como C. Arnal
(su segundo apellido sonaba mejor) pronto se convirtió en una de los dibujantes
estrella de Pocholo y abandonaría
paulatinamente las revistas donde comenzó su andadura como dibujante. Arnal ya demostraba esos años ser un dibujante
diferente a los que publicaban cómics y chistes gráficos en España durante
aquellos años: su estilo era muy concreto y pulcro además de sencillo y
adaptado a los gustos de mentalidad infantil; sus personajes recordaban a los
de los dibujos animados estadounidense, especialmente a los de Walt Disney
-productora que ya en los años 30 comenzaba a arrasar en el campo de la
animación y que pronto fue admirada por Arnal- tanto en su diseño como en su
expresividad; su preferencia por los animales humanizados como protagonistas
(otra herencia de los cartoons) le emparentaba con tendencias más
internacionales de la historieta como la de los “funny animals” que tenía en
las adaptaciones de los cortos de personajes Disney como Mickey Mouse uno de
sus principales exponentes; y la introducción en la historieta española del
bocadillo, de las onomatopeyas y de símbolos expresivos como las líneas de
movimiento, la bombilla, los rayos, las calaveras o las interrogaciones, algo también solo
desarrollado en el cómic anglosajón. Durante su estancia entre 1931 y 1936 en Pocholo, Arnal coincidiría con
dibujantes como Arturo Moreno, Jesús Blasco, Salvador Mestres, un también joven
Josep Escobar y Ricardo Opisso.
Cabrero
Arnal creó varios personajes en las páginas de Pocholo que se convirtieron en
algunos de los más memorables de la revista; así en 1933 dio vida a la serie Guerra en el País de los Insectos una
parodia bélica en la que hormigas, escarabajos, mariquitas y libélulas entre
otros artrópodos se batían en una absurda y disparatada contienda -en donde no
faltaban rifles y fusiles- que para muchos fue una premonición de la Guerra Civil española. Uno de
los personajes principales de aquella serie, el moscardón Paco Zumba,
protagonizó a partir de 1935 sus propias historietas, Hazañas de Paco Zumba, el moscón aventurero con gran éxito entre el
público. Paco Zumba y muchos de sus amigos y rivales insectos del País de los
Insectos tenían una apariencia claramente inspirada en Mickey Mouse y en otros
personajes Disney de la época (guantes blancos incluidos), lo mismo que sus
gags remitían a dibujos animados de los años 30. Ese mismo año Arnal crea otro personaje
emblemático Andanzas del perro Top o Viajes extraordinarios del perro Top un
can parlante claro antecedente de Pif y que de protagonizar historietas
costumbristas pasó a vivir asombrosas aventuras a bordo de aviones y naves
espaciales explorando tronchantes
planetas y mundos desconocidos en una especie de parodia de Buck Rogers o Flash
Gordon. También en las páginas de Pocholo dibujó en 1936 Cascarilla, detective. Paralelamente a su actividad en esa revista,
Cabrero Arnal colaboró con publicaciones de humor adulto como L’Esquella de la Torrotxa, una revista
satírica catalanista, anticlerical y republicana nacida en 1872 muy popular a
principios del siglo XX en los círculos republicanos, nacionalistas e
izquierdistas catalanes. Allí dibujó caricaturas políticas y diversos dibujos satíricos que parodiaban la
política española e internacional de los convulsos años 30, unos años marcados
por la irrupción del fascismo y el totalitarismo en Europa. Arnal llegó a
caricaturizar al rey Alfonso XIII recién proclamada la república y también a
Hitler y a Mussollini en pleno auge del fascismo y el nazismo. Aunque no llegó
a pertenecer nunca a algún parido político Arnal se posicionó claramente a
favor de la II República
española.
Antes de la Guerra Civil española, José
Cabrero Arnal – que además de en L’Esquella
colaboró como humorista gráfico en otras
publicaciones para mayores como Lecturas o El Hogar y la Moda- se había convertido en uno de los dibujantes de tebeo más reconocidos
y brillantes de España. Por su estilo gráfico a los dibujos animados es
reclamado para copiar dibujos del gato Félix o el ratón Mickey que se utilizan
en publicidad o en secciones de diferentes periódicos. Un acontecimiento
importante hacia 1936 fue cuando el cine Volga de Barcelona le contrató para
dibujar los personajes de diferentes cortos animados durante una sesión
infantil con el fin de que los críos viesen como trabajaba un dibujante y como
copiaba los personajes. Aquella sesión, anunciada con profusión por la prensa
de la ciudad condal, fue todo un éxito. Una clave de la aceptación de Cabrero
Arnal entre el público degustador de cómic y humor gráficos en España fue que
su humor blanco, tierno, costumbrista y más ibérico que anglosajón pese a su
grafismo yanki. No obstante, consiguió gracias a la utilización de códigos
narrativos propios del cine y de los dibujos animados (elipsis narrativas,
secuencias largas y muy descriptivas en cuanto a acciones, gestos en los
personajes de gran expresividad para enfatizar el movimiento) un tipo de historieta
con un tono muy internacional que mantendrá (e incluso potenciará) en su etapa
francesa. Por otra parte su obra satírica política y social destinada al
público adulto desaparecerá en su etapa francesa iniciada al final de la
II Guerra Mundial debido al desencanto que
le supusieron sus trágicas experiencias en las contiendas bélicas en las que
participó y los sinsabores que le produjeron sus posicionamientos políticos en
España y en Francia. No obstante, Cabrero Arnal nunca fue un hombre
excesivamente preocupado por la política, él era más bien un vitalista, un
despreocupado hedonista con un punto anarco (su amigo de penurias en el exilio
Ferrán Planes lo describió como un “libertario sin doctrina ni sistema” que
trataba de trasladar su positivismo vital a sus historietas. El creía en la
libertad y para él el totalitarismo era todo lo contrario a sus ideales y
valores vitales.
Un dibujante en Mauthausen
Hitler y Mussolini, cricaturizados en L' Esquela (1936) |
Y llegó
julio 1936 y con él la Guerra Civil
española. José Cabrero Arnal, de 26 años, decide alistarse en el frente
republicano declinando trabajar en la retaguardia como cartelista de propaganda
o encargado de confección de folletos, puestos que se le ofrecen. El dibujante
deja su puesto profesional en Pocholo y en otras revistas y se integra en la
vida militar con al intención de defender la república española frente a las
tropas nacionalistas, no perteneciendo a ningún partido político y sin ser ni
comunista ni anarquista: él quería defender la libertad, su libertad. Tras
servir de artillero y ser herido en una pierna, en 1938 ingresa en una compañía
de ametralladoras que combate en la batalla del Segre. Su astucia y picaresca
le fueron vitales para sobrevivir durante el periodo bélico español pero en
enero de 1939 cuando Barcelona cae en manos de las tropas nacionales las cosas
cambian. Arnal junto con otros miles de refugiados republicanos españoles huye
a Francia con lo puesto y buscará refugio en diversos campos de internamiento:
Argelès, Bargarès, y Saint-Cyprien lugares donde los refugiados españoles se
encontraban allí hacinados, desnutridos y en situación higiénica infrahumana.
En marzo de 1939, Emeterio Cabrero, el padre de José, es fusilado en Huesca por
los partidarios de las tropas nacionales, un hecho que marcará profundamente al
dibujante. El mismo temía por su vida y por la de otros de sus familiares
oscenses que podían ser represaliados por ser él afín a los republicanos, por
lo que decide decir a las autoridades francesas que su lugar de nacimiento fue
Barcelona para evitar que algún nacional se enterase de la existencia de su
pueblo natal, Castilsabás, y fuese a Huesca a ejecutar a algún familiar. Este
dato falso perdurará durante toda su futura vida en Francia, consciente además
de que Barcelona era una localidad más conocida que un remoto pueblo aragonés. En
Saint-Cyprien, a principios de 1940, conoce a otros cuatro catalanes con quines
establece una entrañable amistad formando un grupo informal llamado La pinya dels cinc. Estalla la
II Guerra Mundial y los cinco amigos son
enviados por el ejército francés a la línea Maginot para formar parte de la 109
Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE) una compañía de trabajo compuesta
por 25 españoles todos comunistas a excepción de ellos cuya función era prestar
servicios auxiliares al ejército francés. Recién salido de una guerra, José
Cabrero Arnal se meterá en otra, aún más cruel y salvaje.
C.Arnal, a la derecha, junto con compañeros del CTE (1940) |
Las
condiciones en las que Arnal vivió los primeros compases de la gran contienda
bélica en Francia junto con los otros miembros de aquella compañía fueron
penosas: sus uniformes eran de la guerra del 14, trabajaban a destajo, no
llevaban armas y eran pagados con una miseria (medio franco diario). Arnal pese
a todo no perdió su afición por el dibujo y durante los primeros meses de la
guerra continuó dibujando ilustraciones que regalaba a sus compañeros:
caricaturas, ilustraciones eróticas, dibujos satíricos. En la primavera de 1940
la aviación alemana rebasa la línea Maginot y José Cabrero Arnal junto con sus
camaradas de la compañía es detenido acusado de ser un “Rote Spanier” (rojo
español). El dibujante estuvo confinado en un penal en la Francia ocupada por los
alemanes hasta el 27 de enero de 1941, fecha en la que fue internado en el
tristemente célebre campo de concentración nazi de Mauthausen en Austria, a
donde llegaron numerosos grupos de exiliados republicanos españoles refugiados
combatientes con el ejército francés. A José Cabrero Arnal se le asigna el
número de preso 6299. Con él están dos de sus amigos de La pinya dels cinc. Arnal permaneció en Mauthausen hasta el final
de la guerra en 1945, al principio temiendo que en cualquier momento fuese
llevado a la cámara de gas o las duchas heladas o a morir de fatiga en los
trabajos forzados. Pero nada de eso ocurrió: uno de los primeros días, un
oficial de las SS estaba revisando las pertenencias del preso 6299 y encontró
unos dibujos pornográficos que José había realizado a petición de uno de los guardias.
El militar nazi exigió conocer al autor de aquellos dibujos guarrotes y tras
admitir Arnal que había sido él el oficial le dijo que a partir de ese momento
dibujara para él, librándole de los trabajos forzados al ser destinado al
almacén de ropa. Los dibujos le salvaron la vida a José Cabrero Arnal. Durante
sus primeros meses en el almacén de ropa, José trató de ayudar a sus compañeros
proporcionándoles prendas en secreto al mismo tiempo que intercambiaba ropa por
comida. Sin embargo, en 1942 tras un incidente protagonizado por el responsable
de la instalación, Arnal y sus compañeros del almacén fueron castigados, unos
fueron ejecutados y otros fueron destinados a la cantera de granito para hacer
trabajos forzados. Nuestro protagonista se libró de la muerte gracias a las
simpatías que suscitaban en los oficiales sus dibujos, pero en la cantera tuvo
que hacer un penoso e inhumano trabajo: llevar piedras de 20 kg por una escalera de 186
escalones. Muchos presos murieron en aquel trabajo.
El lápiz del superviviente
Hacia
1943, José Cabrero Arnal fue llevado a una fábrica de maquinaria de guerra a
unos kilómetros del campo en donde el trabajo muchas veces encontraba la muerte
a causa del frío, el cansancio y la desnutrición. Arnal, aunque en lamentables
condiciones, logró sobrevivir. En mayo de 1945 el ejército norteamericano
libera Mauthausen y José Cabrero Arnal es libre. Todos los supervivientes de
aquel campo de exterminio son ahora unos guiñapos humanos; el propio Arnal con
35 años pesaba 39 kilos. El dibujante, famélico y exhausto, se encamina hacia
París donde consigue llegar a duras penas. En al capital francesa pasó varias
semanas mendigando sin apenas comer nada, sin cambiarse su ropa de deportado y
durmiendo en bancos, aunque en alguna ocasión consiguió dormir en alguna
pensión de mala muerte. Cantó en el metro y pidió limosna. Fue recogido por una
joven camarera que le dio cobijo en su casa y le dio de comer. José Cabrero
Arnal consiguió recuperarse físicamente y se enamoró de la camarera quien le
correspondió y ambos terminaron casándose a principios de 1946.
La Cruz Roja
Republicana le había recogido a mediados-finales de 1945 y le puso en contacto
con comunistas franceses, quienes habían oído en boca de compañeros de prisión
de Arnal su pasado como dibujante de historietas profesional y su habilidad
dibujando en Mauthausen. Estos estaban interesados en contratar a Cabrero Arnal
como dibujante de historietas y chistes gráficos para L´Humanité, el periódico del Partido Comunista Francés (pese a que
Arnal nunca perteneció al partido Comunista). José Cabrero Arnal, deseoso como
estaba de salir de la pobreza, aceptó el empleo a principios de 1946 y comienza
entonces su etapa profesional más brillante y exitosa en un medio en alza y
repleto de artistas talentosos y llenos de creatividad como era el cómic
francés de a partir de la postguerra. Como el dibujante confesará años más
tardes: “fueron los comunistas los que me dieron trabajo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario