jueves, febrero 19, 2015

El Aparatito Lumiere LAS OVEJAS NO PIERDEN EL TREN





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 Álvaro Fernández Armero, cineasta que en los 90 se antojaba como uno de los más prometedores del panorama español con películas como Todo es mentira (1994) o Brujas (1996) vuelve a firmar un largometraje siete años después de Salir pitando (2007) con una credibilidad bastante perdida desde la década anterior y varios años de refugio en proyectos televisivos. Con un regreso a la comedia de personajes en una película poblada de caras conocidas, el director madrileño parece dispuesto a recuperar el tiempo perdido pero solo ha podido dotar a este filme de un carácter tan amable como esquemático y previsible en su afán de combinar la comedia costumbrista con el melodrama  partiendo de anécdotas argumentales mínimas y situaciones que aunque bien planteadas no transcurren todo lo bien que debieran. Al final, la sensación de estar ante una película de agradable visión pero bastante insuficiente si tenemos en cuenta que su afán por conmover describiendo situaciones cómico-patéticas o presentando los cambios en las motivaciones y comportamientos de los personajes resulta poco efectivo, lo mismo que su comicidad no logra siempre la misma intensidad pese al encomiable trabajo de un eficaz reparto coral. Con todo, Las ovejas no pierden el tren resulta una película honesta y simpática en su planteamiento: la búsqueda del verdadero sentido y objetivo de la vida de uno más allá de seguir los consabidos convencionalismos y lugares comunes que no hacen otra cosa que restringir las verdaderas potencialidades vitales. La película se deja ver en todo momento pero al estar planteada desde una perspectiva tan inofensiva como incompleta nadie debe esperarse ninguna maravilla dentro de la comedia costumbrista con mensaje.

La historia nos presenta a varios personajes entrecruzados viviendo inciertos momentos de cambio en sus vidas: Luisa (Inma Cuesta) y Alberto (Raúl Arévalo), un matrimonio madrileño con un hijo pequeño que se ha ido a vivir a un pueblecito de Segovia para que Alberto, periodista, pueda escribir su primera novela mientras que Luisa trata de mantener a trancas y barrancas su pequeña academia de corte y confección en la ciudad; Juan (Alberto San Juan) hermano mayor de Alberto y también periodista que recién divorciado inicia una relación con Natalia (Irene Escolar), una jovencita de 25 años (20 menos que él); Sara (Candela Peña), la hermana de Luisa y una devoradora de hombres que cree haber encontrado en Paco (Jorge Bosch) el hombre se su vida; y Marisa (Kity Manver) la madre de Sara y Luisa, una viuda que decide iniciar una segunda juventud en un nuevo piso ante la sorpresa de sus hijas. Una serie de situaciones fortuitas e inesperadas comienzan a hacer tambalear los propósitos de los personajes dejando claro que la felicidad no siempre se encuentra siguiendo los caminos que a priori parecen más correctos. La película, aunque se sigue en casi todo momento con una sonrisa, no logra enganchar y se hecha en falta además una comicidad más efectiva y situaciones menos manidas. No será un filme que entusiasme demasiado, pero tendrá su público.           

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