TERMINATOR GENESIS (TERMINATOR GENISYS)
*
y 1/2
Parecía
increíble la noticia de que Arnold Schwarzenegger iba a volver ser Terminator
en una quinta entrega de la franquicia Terminator
pero a sus 68 años el ex gobernador de California ha vuelto a encarnar a uno de
los cyborgs más famosos de la historia del cine cuando ya se daba por
descontado su abandono de la serie (en la entrega anterior Terminator Salvation (2009) ya no
aparecía, al menos su presencia "real") aprovechándose además dicho
(absurdo e improcedente) regreso para hacer una especie de reboot de la saga
que al final se ha quedado en un pastiche de la misma cayendo casi en la
parodia involuntaria. Si en las dos últimas entregas anteriores - que ya no
estaban dirigidas por James Cameron- ya resultaba exasperante el hecho de dar
vueltas sobre el mismo concepto una y otra vez y el hecho de que no despegaban
en ningún momento varias ideas de las primeras entregas que podrían resultar
muy interesantes para enaltecer la historia, en este visualmente espectacular
pero totalmente desmadejado Genisys aunque se pretende avanzar en el
universo Terminator la sensación final es de desdén y de barullo con un guión
con muchos agujeros y con una conclusión de la historia vaga y previsible que
además no aclara como dios manda muchas de las situaciones (la mayor parte
absurdas) que se plantean en el filme.
Alan
Taylor, un realizador del montón, recoge el testigo en la dirección llevando a
buen puerto eso si todo el despliegue de efectos especiales pero no aportando
realmente nada de valor a la serie. A medio camino entre el reboot y la
secuela, la presencia del cuasi septagenario Schwarzenegger se justifica por
medio de una triquiñuela de viajes temporales propia de la saga solo que esta
vez bastante necia y forzada que lo único que consigue es desvirtuar el
espíritu del Terminator original. De nuevo aparecen los personajes de John
Connor, Kyle Reese y Sarah Connor, esta vez con los rostros de Jason Clarke,
Jai Courtney y Emilia Clarke (clavadita a Linda Hamilton, la Sarah original, pero mucho
más mona) con mayor peso en la trama que el T 800 de Arnie (en realidad solo
una figura simbólica y en el más negativo sentido de la palabra) pero
totalmente chapuceros como personajes. Con la misma premisa que el Terminator
de 1984 - John Connor, el líder de la resistencia viaja al pasado para proteger
a su futura madre de un cyborg enviado por la corporación Skynet para matarla e
impedir el nacimiento de John- solo que esta vez hay una ridícula alteración
temporal en forma de otro Terminator envejecido que llegó a Los Angeles en 1973
para proteger a una Connor niña y que ha envejecido al tener piel humana. Y eso
no es todo, aparece por ahí un T1000 cambiaformas con aspecto oriental (Byung
Hun-Lee) y el Terminator de 1984 con un joven Arnie recreado por ordenador. A
partir de allí una parida tras otra con acción rutinaria y un nuevo supuesto
giro de guión que lo único que produce es fatiga al espectador. A priori
resultaba interesante la inserción del mundo de la comunicación global en todo
el entramado de la fábula de dominación de la tecnología sobre el ser humano
que fundamenta la franquicia, pero la resolución es sencillamente cochambrosa.
Se anuncian dos entregas más y es de suponer que el desmán será mayor, ojala
cambien de opinión los productores
DEL REVÉS (INSIDE OUT)
*****
Pixar
casi 20 años depuse de su primer largometraje no solo conserva aún su capacidad
de sorprender sino que va perfeccionando aún más si cabe su capacidad para
hacer obras maestras tanto temática como formalmente dentro del cada vez más
rico y sorprendente campo de la animación cinematográfica. Aunque si que es
cierto que en los últimos años la compañía de John Lasseter ha firmado
productos de perfil medio (Cars, Ratatouille, Monsters University) también es cierto que ha ido superándose con
sus proyectos bandera de cada cierto periodo de tiempo como las excepcionales Wall-E (2008), Up (2009) y Toy Story 3
(2010), hasta el momento el triunvirato cumbre de Pixar al que habría que
añadir ahora Inside Out , que sin ser
la mejor película de Pixar hasta el momento (lo sigue siendo Toy Story 3) le va justamente a la zaga.
Una preciosa historia en la que sus creadores se atreven a indagar en el
complejo y fascinante mundo de los sentimientos humanos y más concretamente en
el de los sentimientos infantiles en un curioso y encantador tratado de
emociones que sorprende por la insólita brillantez con la que moldea un
material complejo y delicado para hacerlo comprensible y enormemente degustable
para el público más joven sin olvidar al segmento adulto que también pude
disfrutar con esta película todo y hay que decirlo más que la chavalería
(especialmente la de corta edad)
Si
en anteriores filmes de Pixar las emociones jugaban un papel fundamental y la
propia compañía había manejado como nadie la inclusión de la melancolía en el
cine de animación para los más pequeños, en esta ocasión la cosa va mucho más
allá ya que la historia versa sobre los sentimientos de Riley, una niña de 11
años, convenientemente antropomorfizados mediante simpáticas criaturas
humanoides de diferentes colores cada una
y residentes en un espacio virtual presumiblemente ubicado en el cerebro
de la pequeña. Alegría (una pizpireta joven amarilla y de cabello azul),
Tristeza (una gordita gafosa azul y taciturna), Ira (un ser masculino rojo con
corbata y malencarado), Asco (una
muchacha verde y tiquismiquis) y Miedo (un tipo morado y filiforme) vivirán
la aventura de sus once años de existencia cuando la familia de Riley decide
mudarse de Minnessota a San Francisco provocando en la chiquilla una profunda
crisis que la llevará a la depresión. Las cinco emociones verán su trabajo
brutalmente alterado hasta el punto de que todo el universo interior, los
recuerdos, las fantasías, los deseos, los afectos y los valores de la joven
comienzan a desmoronarse ante su horror.
Con sus dos historias peculiarmente relacionadas- la vivencia de cambio de
Riley y la inesperada aventura de las emociones consecuencia de lo anterior- la
película resulta una experiencia poderosamente emotiva y de un atractivo
dramático incontestable que seduce y atrapa al espectador sin darle tregua. No
muy inteligible para niños y niñas menores de 8 años y tal vez más enfocada al
público de 10 a
12 años, en ocasiones el filme parece una guía para padres destinada a
comprender las emociones y los comportamientos de sus hijos así como en general
el guiño a los adultos es más que evidente cuando se capta el mensaje claro de
la historia de que los niños son pequeñas personas en proceso de aprendizaje
cuyo interior hay que cuidar constantemente.
Resultan
especialmente deliciosas todas las escenas desarrolladas en el mundo interior
de la niña, una especie de parque temático de límites imprecisos y estética
entre onírica, surrealista, trasunto de la cotidianidad y por supuesto de
fantasía visual y conceptual desbordada, bebiendo tanto de la Tierra de Oz, Nunca Jamás o
El País de las Maravillas como del Pepperland de Yellow Submarine , los cánones de los paisajes en los cartoons
clásicos o en fin todo el metauniverso fantástico que Pixar ha llevado
desarrollando durante veinte años y con algunas pinceladas de simbología
psicoanalítica. Y por otra parte, todo lo desarrollado en el mundo real
funciona con una enorme entidad como historia propia pese a lo aparentemente
simple de su premisa (y es que el universo infantil es más complicado de lo que
parece). Realmente, Pixar ha encontrado con esta película una nueva piedra
angular tanto temática como técnicamente ya que las audacias visuales en Inside
Out vuelven a resultar sorprendentes con nuevos matices en sus cuidados dibujos
por ordenador. Pero para matices los de la propia historia -cómica, emotiva,
melancólica, triste, tierna, cruel, irónica esperanzadora…- con un guión
inteligente y con multiplicidad de registros que pone de manifiesto que cuando
están inspirados los chicos de Pixar – capitaneados en esta peli por los
directores y coguionistas Peter Docter y Ronaldo del Carmen- son unos
auténticos genios. La mejor película de lo que llevamos de año
PD:
un único pero: el corto precedente de rigor es estomagante.
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