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y 1/2
Una
historia real es la base de esta estupenda coproducción argentino-española que muestra
algunos de los complicados resortes de la relación hombre-naturaleza como
también la complejidad de las relaciones humanas en situaciones límite. Aunque
se trata de un relato de superación personal con un niño como epicentro, la
película no cae en el sentimentalismo fácil ni en las situaciones impostadas, mostrándonos
una historia imperfecta en su búsqueda de un final feliz que sin embargo
resulta tan optimista y conmovedora que su credibilidad termina siendo enorme y
gratamente reforzada. Con el singular
paisaje de la Patagonia
casi como único escenario y una fotografía naturalista y que trata de trasmitir
el mismo amor por las orcas y su mundo que siente su protagonista masculino, El Faro de las Orcas es un canto al
entendimiento, al diálogo, a la lucha contra la adversidad, al amor por la
naturaleza y al amor maternofilial con un nítido mensaje de esperanza y una
alabanza al poder de la rebeldía, elementos que la película sabe retransmitir
magistralmente gracias no solo a un guión sólido sino al buen hacer de sus
intérpretes.
Joaquín
Furriel interpreta a Beto Bubas, un científico naturalista especializado en
mamíferos marinos que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de las orcas
pagando por ello el precio de su relativa soledad –marcada por una tragedia
personal- y que se encuentra inesperadamente con un acicate en su monótona
existencia al entrar en contacto con la española Lola (Maribel Verdú) y su hijo
Tristán (Quinchu Rapalini) un niño de 10 años aquejado de un autismo severo
cuyas oportunidades de mejora de comunicación parecen residir en el contacto
con las orcas, animales que él adora y por los que parece mostrar sus únicos
sentimientos y estímulos tras verlos en un documental televisivo en el que
aparecía Beto. A partir de allí y con el gélido pero bello telón de fondo de la Patagonia los tres van
tejiendo una relación que al principio parecía imposible pero que va
trasformándose poco a poco en una lucha común en el que el mundo de las orcas -
animales considerados como letalmente peligrosos pero que para Beto no son
tales- se convierte en la clave. Sin caer en el melodrama y con poca tontería,
la película resulta inteligentemente conmovedora aunque tal vez su falta de ritmo
y sus un poco sobrantes tiempos muertos narrativos lastran un resultado final
que podría ser el de una gran película. Con todo, la película tal y como está
es una estupenda historia que convencerá incluso a los más escépticos hacia el
drama intimista con ron resonancias épicas.
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