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Sin
caer en la sensiblería, sin abusar de los lugares comunes de los filmes basados
en más o menos trágicas historias reales (que caen a menudo en modos y maneras
telefílmicas) y con un realismo desgarrador y un total afán por contar unos
acontecimientos desagradables de la manera más ajustada posible- aunque vete a
saber en cuanto se ajustan a la realidad muchos de los pasajes de esta
película- Lion, basada en A Long Way Home,
las memorias autobiográficas del joven indio adoptado en Australia Saroo
Brierley, es un film desgarrado, a veces cruel e incómodo, pero con un
reconfortante mensaje de que al final todo es posible cuando se lucha por ello,
incluso revertiendo la desdicha inicial en una situación de felicidad. Una
ambiciosa coproducción entre EEUU, RU y Australia rodada en las antípodas y en la India que además supone un
valioso documento de la realidad que vivieron y que siguen viviendo muchos
niños en el país indio que sufren situación de abandono. La historia de Saroo,
interpretado aquí por el cada vez más versátil Dev Patel (Slumdog Millionaire, El
Exótico Hotel Marigold, El hombre que
conocía el infinito) no será diferente de la de muchos niños de la India huérfanos que fueron
adoptados por familias occidentales, pero su afán por encontrar a su familia
biológica llegado a la edad adulta es una curiosa epopeya que pese a que en
esta película no consigue tener demasiada hondura dramática- algo que si tiene
y a raudales la primera parte de la cinta que nos cuenta las andanzas del Saroo
de 5 años- cumple con creces su función de conmover al espectador, algo que ya
habían hecho los primeros compases del filme de manera más torrencial.
Seguir
la historia de un niño de 5 años (Sunny Pawar, un pequeño gran descubrimiento) en
medio de una situación familiar de partida en 1986 sumida en la miseria en la
que ayuda a sobrevivir a su madre viuda (Priyanka Bose) recogiendo piedras en
su trabajo en una cantera mientras su adorado hermano de 13 años Guddu
(Abbishek Bharate) trata de buscar trabajo en su pueblo al norte de la India es un espectáculo
narrativo de primer orden en donde la inocencia y las ganas de los dos hermanos
de mejorar su situación imbuyen necesarias dosis de optimismo y esperanza para
atenuar lo que se nos viene encima en el momento en que Saroo pierde a su
hermano y al quedarse dormido en un vagón de tren llega accidentalmente a
Calcuta donde trata de regresar sin fortuna a su pueblo- cuyo nombre
prácticamente desconoce- y tras varias tribulaciones termina en un orfanato
donde al poco tiempo es adoptado por John (David Wenham) y Sue (Nicole Kidman,
viva la cirugía), una pareja de la isla de Tasmania en Australia. En esta parte
del filme surgen nudos en la garganta, emociones a flor de piel y todo cuanto
se espera de un drama realista bien contado y con al triste situación niños del
tercer mundo por medio. La segunda parte del filme, con el Saroo adulto
literalmente consumido por su afán de buscar a su madre y sus hermanos y con la
incertidumbre de que es lo que le ocurrió a su hermano aquel día en la estación
del pueblo, carece sin embargo de las aristas requeridas para una historia de
este el calibre que pese a todo en conjunto funciona estupendamente. Una
historia curiosa y emotiva que no debe pasar desapercibida en la cartelera
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