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Cine
independiente con hechuras mainstream o como hacer una gran película que
convencerá y entusiasmará a un amplio público saliéndose aunque sea levemente
de las convenciones comerciales del drama y muy posiblemente con su cuota de
triunfo en la ceremonia de los Oscar. Kenneth Lonergan, guionista de amplia
trayectoria y director de solo unos pocos pero significativos filmes (a parte
de este, Puedes contar conmigo y Margaret) consigue una de las mejores y
más emotivas películas estrenadas en EEUU en 2016 partiendo de que una
importante premisa para lograr un drama redondo es que el espectador se
identifique con los personajes, a tal efecto la película tiene como
protagonistas a gente normal de la clase media-baja norteamericana con
problemas más bien grandes desde el punto de vista de la vida real pero que en
cualquier otra película sencillamente no funcionarían. Y es que la mayor virtud
de Manchester by the sea es haber
encontrado el equilibrio perfecto entre el drama y la cotidianeidad sin
renunciar a la hondura psicológica y el análisis de los efectos devastadores
del desatino el las relaciones interpersonales, ya que básicamente la historia
esta estructurada en las (tortuosas) relaciones entre sus personajes con el
protagonista, el modesto trabajador de Massachussets Lee Chandler (Casey
Affleck, mucho más que un “hermano de”) como vértice.
Lee,
un cuarentañero que trabaja de conserje en un bloque de edificios de
Manchester, Massachussets, recibe la noticia de la muerte por infarto de su
hermano mayor Joe (Kyle Chandler, curiosa la coincidencia del apellido del
actor y el personaje) con el que tenía una estrecha relación tras haber sufrido
ambos reveses en su vida conyugal. Por deseo de Joe, Lee deberá hacerse cargo
como tutor de su sobrino de 16 años Patrick (Lucas Hedges) y deberá gestionar
la embarcación deportiva de Joe con la que los dos hermanos y el chaval pasaron
entrañables momentos. Sin embargo, Lee, un hombre dubitativo y de errático
comportamiento no está muy cómodo con su nueva responsabilidad pese al afecto
que le profesa a su sobrino; mediante flashbacks conoceremos las razones del
carácter de Lee y su incómodo posicionamiento ante la vida. Dramas personales
crudos y duros y problemas de diverso calado van desfilando por una historia en
donde los personajes simple y llanamente luchan por su felicidad en entornos
donde por diversas causas esto es muy problemático y difícil. Al final, resulta
sencillo identificarse con los todo lo que se nos presenta en este filme, en
donde siempre con la emoción contenida
la esperanza trata de abrirse paso. Una película cien por cien aconsejable que
demuestra que aún hay directores como Kenneth Lonergan dispuestos a hacer que
el cine norteamericano aún pueda sorprendernos… y emocionarnos
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