lunes, noviembre 06, 2017

LA BATALLA DE LOS SEXOS (THE BATTLE OF THE SEXES)






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Parece que últimamente las historias reales y biopics deportivos son del gusto de la industria del cine y más particularmente las centradas es n el tenis- un deporte en donde las personalidades, historias y egos de los tenistas dan mucho para sí cinematográficamente hablando- como así lo atestigua este filme y el de próximo estreno Borg Vs McEnroe. Este nuevo filme de la en su día prometedora pareja de directores Jonathan Dayton y Valerie Ferris (Little Miss Sunshine) -que en 11 años apenas ha dirigido tres filmes- se centra en un curioso hecho que marcó un antes y in después en el mundo del tenis y del deporte en general como fue el mítico partido amistoso que se disputó en 1973 entre la número 1 femenina mundial, la gran Billie Jean King y el controvertido extenista metido a showman y a provocador-agitador Bobby Riggs, de 55 años, fruto de una apuesta en la que Riggs, misógino y machista, aseguró ser capaz de ganar a la mejor mujer tenista profesional debido a la según él innata superioridad biológica del hombre sobre la mujer. Emma Stone interpreta con convicción a King, un icono feminista y LGTB (fue una de las primeras deportistas en visibilizar su homosexualidad), pero su físico y ciertos tics interpretativos le restan credibilidad mientras que de Riggs se ocupa Steve Carell que también hace un buen trabajo dando vida de manera bufonesca a este playboy bocazas y con problemas de ludopatía pero con el encanto del entrañable caradura. Pese a un ritmo narrativo ágil y un afán por contar los más curiosos detalles de una historia ya de por sí sugerente remarcando toda la significación reivindicativa que supuso en términos de igualdad de sexos. The Battle of the Sexes no deja de ser una cinta previsible, más escorada a la crónica real mainstream que al espíritu independiente e iconoclasta que parecían cultivar al principio de su carrera sus directores y bastante poco sorprendente. Pese a todo, la película cumple con su propósito de ensalzar la figura de Billie Jean King y su papel como luchadora del reconocimiento de las mujeres tenistas y su derecho a cobrar los mismos salarios que los tenistas masculinos aunque no sea este el tema más central del filme.

Con una correcta ambientación de principios de los 70 y una buena recreación del ambiente tenístico de la época incluida la reproducción del partido entre King y Riggs y otros encuentros (con tenistas profesionales doblando a los actores en estas escenas), la película hace algunas aguas cuando pisa terreno melodramático y sentimental – la relación de King con la peluquera Marilyn Barnett (Andrea Riseborough, la crisis matrimonial entre Billy King y su marido Larry (Austin Stowell), las tiranteces entre el irresponsable  Riggs y su sufrida esposa (Elisabeth Shue)-  y tampoco resulta muy convincente cuando trata de ser una comedia servida por la histriónica presencia de Alan Cumming (Ted Tinling, el diseñador oficial de King y de las jugadoras del rebelde y escindido circuito femenino americano) o Sarah Silverman (Gladys Heldman, representante de jugadoras de tenis) con lo que el resultado final dista de ser consistente. No obstante, la película a grandes rasgos logra entretener al espectador y sin que este tenga que ser necesariamente aficionado al tenis, algo que es un logro. Tal vez Billie Jean King merecía algo mejor, pero este tipo de películas tampoco desmerecen.    

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