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Una historia real poco conocida fuera del Reino Unido
es la base de una película interesante aunque irregular que sustentada básicamente
en el enorme trabajo interpretativo de Colin Firth trata de mostrar el otro
lado de la gesta épica con una crónica de fracaso absoluto. La trágica crónica
de Donald Crowhust, un pequeño empresario británico que en 1968 decidió tomar
parte en la competición de circunnavegación solitaria alrededor del mundo Sunday
Times Golden Globe Race con escasa noción de náutica y que termino con el
navegante prácticamente perdido y con un supuesto trastorno mental es un material
tan apasionante como difícil de moldear a la hora de hacer una buena película y
pese al buen hacer de Firth y la esforzada dirección de James Marsh (La Teoría del Todo) la película no pasa del
discretismo más absoluto por su sinuosidad y lo poco estimulante que resulta una
descripción de los acontecimientos más bien desmañada.
La película no parece apostar claramente ni por el
drama familiar en todo lo concerniente a la espera de la necesitada económicamente
familia de Crowhurst con una Rachel Weisz muy fría como la esposa del
protagonista, ni por el drama psicológico – que en esta historia se antojaba
clave- cuando muestra el progresivo proceso de deterioro mental de Donald, un
navegante atormentada por la soledad en su viaje y sobre todo por el sentimiento
de culpa al estar mintiendo a la sociedad británica- por medio de la prensa- y
a su familia sobre los logros de su viaje haciéndose ver como un héroe que no
es: al final todo queda demasiado pobre y esquemático reduciendo drásticamente
cualquier hallazgo dramático de primer orden. Tampoco ayuda demasiado una
morosidad supina a la hora de mostrar escenas marinas y el cambio constante de
escenarios en un conjunto que al final no llega a convencer plenamente. Buenas
intenciones pero poca eficacia.
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