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Entre la comedia y el drama se mueve este filme
argentino que vuelve a ser un nueva muestra del buen hacer interpretativo de
Ricardo Darín, sobre el que descansa el peso del filme compartiéndolo fifty-fifty
con Mercedes Morán, otra intérprete argentina experimentada y menos conocida aquí
que resulta una más que estupenda
actriz. Película tal vez pensada prioritariamente para un target de público
entre 50-65 años pero potencialmente degustable por espectadores de todas las
edades, especialmente por amantes de las películas de relaciones humanas cotidianas
tratadas con verismo y credibilidad. Darín y Morán intepretan a Marcos y Ana,
una pareja de cincuentañeros con un hijo universitario que tras 25 años de aparente
feliz matrimonio y coincidiendo con la marcha de su hijo a España deciden divorciarse al darse cuenta de que el
amor ya no existe entre ellos y de que las cosas no pueden ir ya mejor para
cada uno si siguen juntos. Ambos empezarán nuevas relaciones sentimentales por
su cuenta pero sin que ninguna parezca tener estabilidad: ni solos consiguen
encontrar la felicidad, al menos en un primer momento.
Aunque la desdramatización de las rupturas y todo el embolado
de la liberalización de los divorciados suene a manido y mil veces visto la película
se las arregla para ofrecer una historia fresca y cercana en donde el trabajo
del reparto resulta fundamental. La química entre los dos protagonistas es
inmejorable y las escenas y diálogos entre ambos son de lo más logrado del
filme. Entre la amargura, la esperanza y la ironía y con el sempiterno tono
dialéctico “psicoanalista” argentino (incluida cierta influencia de Woody Allen),
El amor menos pensado pese a no ser
ninguna película redonda funciona correctamente como melodrama-comedia romántica
aunque sea principalmente por la omnipresencia de sus dos estupendos
protagonistas.
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