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La fusión de la road movie con el melodrama psicológico
ha dado interesantes resultados en esta modesta pero eficaz producción alemana que
pese a parecer estar dirigida a la generación millenial y a sus circunstancias generacionales
vitales y amorosas en realidad plantea un mensaje intergeneracional y universal
sobre las relaciones de pareja y sobre el destino y las
casualidades/causalidades, lo que nos une y lo que nos separa. Una historia
humanista al fin y al cabo trufada de ternura y buenos sentimientos con dos jóvenes
protagonistas que destilan autenticidad en una relación más sinuosa y real que
idílica pese a que la historia a veces pueda estar falta de credibilidad.
Una
autocaravana es el escenario principal en el que se desarrolla la película en
un curioso viaje iniciático que parte de Alemania y termina en Portugal
atravesando Francia, Bélgica y España y todo en escenarios reales de dichos países
con una cámara que capta todo el recorrido en carretera con una credibilidad y cotidianeidad
increíble, tal y como cotidiana trata de ser la relación presentada entre Jan
(Anton Spieker) y Jule (Mala Emde). Anton pretende viajar a Bilbao haciendo
autostop para conocer su verdadero padre, un constructor de barcos y de paso
hacer turismo por diversas localidades de los diferentes países que atravesará
pero terminará haciendo el viaje exclusivamente en la autocaravana de Jule, una
chica de su edad que quiere viajar a Portugal para reunirse con su novio. Tras
un primer encuentro accidentado la relación entre los dos no parece nada cordial
pero tras varias conversaciones ambos descubren que tienen los mismos pareceres
sobre diversas cuestiones y sobre todo empezarán a configurarse una idea común sobre
los límites entre la amistad y el amor. Comienza entonces un inusual y velado
romance condicionado por varias circunstancias internas (de ellos mismos) y externas
que es lo más llamativo del filme, apoyado por inteligentes y entretenidos diálogos
con mayor y menor grado de fortuna. No obstante la película se muestra torpe
para conseguir un ritmo narrativo coherente y por mantener el interés sobre lo
que se nos cuenta, a veces supeditado a todo lo concerniente a sus protagonistas.
Resulta muy curioso reconocer en el filme paisajes de Euskadi, Cantabria, Asturias
aunque su aproximación sea meramente turística, pero en una película como esta donde
las buenas intenciones planteadas con honestidad e inteligencia y poca tontería
llo copan todo, esta y otras deficiencias son perdonables.
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