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Propósitos ambiciosos que se quedan a medio camino de
todo. Lo peor de todo que esto en una obra de ciencia ficción es sinónimo de
fiasco total especialmente para los amantes del género. Desde 2001 Una Odisea del Espacio y pasando
por Blade Runner el séptimo arte
cuando trata de aproximarse a la ficción científica de manera más o menos
ambiciosa se ha mirado en estas dos piezas maestras con mayor o menor fortuna y
siempre creando debate de la oportunidad de dicho modus operandi y de cómo esa
pretenciosidad ha llegado a lastrar (o no) la nueva obra en cuestión. La
película que nos ocupa remite como era de esperarse tratándose de una Space
Opera a 2001, pero realmente no sería
oportuno calibrar la efectividad discursiva de Ad Astra mirando a este filme porque en realidad la pretensión del
filme de James Gray- efectivamente filosófica y con cierto comentario social y
humanista elevado muy poco convincentemente presentado- trata de escorarse a lo
intimista y los psicológico individual, aspecto este si bien trabajado pero que
languidece en un conjunto desigual y, obviamente, lastrado por su mencionada
pretenciosidad. James Gray (Z, la ciudad perdida) demuestra ser un director con
recursos y se le ve cómodo en al ciencia ficción, pero no logra elevar a Ad Astra al status de una buena
película.
Brad Pitt en el papel protagonista del astronauta Roy
McBride es la baza principal del filme en cuanto a conseguir uno de sus
propósitos que es mostrarlos avatares y la
evolución psicológica y moral de un ser al límite emocional al que una
misión épica en el espacio le redimirá y le hará replantearse a él mismo y su
percepción de la vida. Si bien Pitt realiza una muy buena interpretación
plagada de trascendentes monólogos- soliloquios (que terminan cansando en los
compases finales cuando se ve que la película ha pinchado irremediablemente) su
personaje al final decepciona por lo endeblemente que se ha tratado en toda la
película. Una vez más, eln el guión ha echado mano de los clásicos para contrar
una historia conocida de otra manera, y es que la historia en su premisa se
puede decir que no es otra que la de la célebre El Corazón de las Tinieblas, la novela de Joseph Conrad que inspiró
una obra maestra del cine como es Apocalipse
Now: Kurtz es ahora el padre de McBride, el astronauta Clifford McBride
(Tommy Lee Jones), perdido en una misión a Neptuno más de 20 años atrás y del
que a pesar de creérsele muerto desde hace años parece ser que esta vivo y
provocando desde su incierto refugio interestelar desastres espaciales que
amenazan gravemente a la tierra. Su hijo en misión secreta trata de
encontrarlo, como Marlowe o Willard tenían que hallar al peligroso Kurtz. Y
como es de esperar tratándose de esa fuente, el discurso final de la película
supuestamente es lo más trascendente, pero decididamente se falla y no por su
contenido sino por su desmañado envoltorio.
Ad Astra es una película con muy buenos momentos pero por
desgracia no llega a ser una obra acorde con sus pretensiones y su premisa. Una
pena porque con un poco más de tino podríamos estar hablando de una obra
maestra de la ciencia ficción
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