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La mezcla de un buen guión de drama con actores de relieve rara vez da malos resultados, tal y como demuestra este filme británico, adaptación de la obra teatral The Retreat of Moscow. Un drama familiar que no se queda en eso y avanza hasta una reflexión de doble vertiente sobre la condición de padres e hijos por un lado y lo que sustenta a la relación de pareja por otro. Puede que tal ambiciosas intenciones no encuentren una plasmación plenamente convincente en este filme, pero el esfuerzo mediante el estupendo trabajo del trío protagonista es más que de recibo y proporciona un melodrama intenso, serio y realista. El propio autor de la obra original, William Nicholson es quien la adapta a la pantalla combinando los consabidos interiores escénicos de este tipo de cine con hermosos paisajes de la costa inglesa en el condado de Sussex: un acierto el no ceñirse a la rigidez teatral convirtiendo además al landscape en un personaje más, aunque son las conversaciones entre los personajes los que dan sentido y profundidad a la cruda y emotiva historia que se nos cuenta.
La separación de una pareja madura (Annette Beninig y Bill Nighy) se ofrece principalmente bajo la visión del hijo de ambos, un joven de cerca de 30 años (Josh O´Connor, que ya coincidió con Nighy en la reciente Emma) ya independizado que no comprende la decisión de su padre, el principal impulsor de la separación, ni la actitud errática y pésimamente resignada de su madre, quien pese a todo veía indicios del fracaso del matrimonio y al final terminará admitiendo la nueva situación de una manera sui géneris y desesperada. La propia esposa, Grace, se lamenta del poco interés de Su ex marido Edward por arreglar la situación mientras que él trata de vivir su nueva situación como puede en compañía de otra persona. Pero a ambos les preocupa la situación emocional de su hijo Jamie, quien trata de establecerse como un desesperado puente entre ambos quienes a su vez se encuentran también al borde del colapso emocional. Sin momentos de lágrima fácil y si con emoción contenida y cierto aliento poético, el filme convence con creces y conmueve pese a no ser una gran película. Al final deja buen sabor de boca y a su modo un margen de esperanza, algo que siempre es de agradecer en el drama de ficción.
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