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Una premisa atractiva y con tirón comercial que hace
aguas desde el prácticamente desde el primer momento. Porque este filme fantástico
teóricamente destinado tanto a la chavalería como al público adulto con
sensibilidad y amante de la fantasía clásica y los mitos de la literatura
infantil termina siento un pequeño desaguisado con un guión mejorable y un
deficiente manejo de los elementos que debían de ser centrales en la historia, es
decir la magia, la oda al poder de la imaginación y sobre todo el homenaje que
se hace a Alicia en el país de las
Maravillas y Peter Pan, dos obras
inmortales que aunque aquí son tratadas con cierto mimo y cuidado no dejan de
presentarse de una manera previsible y más mainstream que otra cosa sin llegar
a profundizar en las esencias de ambas, que por otro lado son muy diferentes
pero comparten su consabido mensaje escapista y apologista de la imaginación.
Aunque nada se puede reprochar a la directora Brenda Chapman, que dirige su primer largo en imagen real después de forjarse en el mundo de la animación (Brave) dotándolo de imágenes sugerentes pero algo planas, la concatenación de ambas célebres historias formando una suerte de precuela común se ha hecho de manera tramposa, forzada e impostada y sin respetar los mitos fundacionales de ambos personajes. La acción transcurre a finales del siglo XIX en una Inglaterra malamente de cuento (exceso de recreación digital) en donde los pequeños Peter (Jordan Nash) y Alicia Littlelton (Keira Chansa) son dos hermanos que viven en una casita de la campiña junto a sus padres Rose (Angelina Jolie) y Jack (David Oyelowo) -en un improbable para la época matrimonio interracial- compartiendo fantasías y amor por los cuentos de hadas mientras miran con tristeza el complicado mundo de los adultos representado por unos padres llenos de problemas y viven experiencias traumáticas como la muerte de su hermano mayor David (Reece Yates). La historia se cuenta de una manera vaga y más bien predecible insertando de manera desigual varios elementos de los mundos de Neverland y Wonderland pero sin que llegar a ninguna audacia narrativa ni estilística. La verdad es que sustraer al personaje de Alicia de su inspiración real, la niña Alice Liddel y de su relación con Lewis Carroll resulta algo poco concebible precisamente por el enorme potencial dramático de dicho pasaje histórico, pero la película parece preferir el tono comercial hollywoodiense con licencias de todo tipo. Con unos efectos especiales correctos pero sin relieve y unas interpretaciones del montón en donde solo destacan realmente los actores más jóvenes (también intervienen en brevísimos papeles leyendas como Michael Caine y Derek Jacobi que se encuentran totalmente despistados) Come Away se postula nada más como una oportunidad totalmente perdida.
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