****
Tras La Forma
del Agua (2017) Guillermo del Toro busca reafirmarse como el excepcional
cineasta que es (y que demostró serlo en aquel filme) más allá de mercantilistas
productos de encargo que han emborronado su filmografía, un empeño que sigue
dando sus frutos y que con este remake del pequeño pero poco conocido clásico de
1947 Nightmare Alley de Edmund Goulding
que protagonizara Tyrone Power consigue una nota más que aceptable. Sin llegar
a los niveles la película anterior, esta nueva versión de la novela de intriga
de William Lindsay Gresham es un thriller psicológico sólido y absorbente,
hecho con la emocionalidad característica del director azteca quien imbuye de personalidad propia a una
historia ya contada. Aunque en teoría Del Toro se sale en esta ocasión del género
fantástico lo cierto es que aún está presente el tono de ensueño, fabulación e
irrealidad de sus mejores filmes pero sin ningún elemento fantasioso en el
sentido estricto. El director ha dado con una historia que en su objetivo de
enfrentar la verdad con la ilusión -o si se ve de otra forma, la honestidad con
el engaño- le ha venido como anillo al dedo para explorar uno de sus temas favoritos, el de la huida de la realidad
por medio de la fantasía (o la invención). Así, mezclando imaginería más o
menos bizarra encarnada aquí por el mundo de los feriantes y sus espectáculos,
y recursos estilísticos del cine negro de los 40 todo ello bajo un prisma estilístico
barroco y estilizado marca de la casa del director, esta nueva Nightmare Alley es una película sólida y
a ratos alucinante que además consigue ser un thriller psicológico de gran
nivel. Es posible que a la película le falta culminar varios momentos y que
muchos personajes podrían dar bastante más de si, pero su excelente pulso
narrativo y su vistosa puesta en escena son
argumentos suficientes que consiguen alzarla como mucho más que un filme del
montón.
Los curiosos personajes del filme son los que dan alma
a la historia, una crónica de engaños, fraudes, romances y falsos poderes
extraordinarios que muestra algunos de los lados más oscuros de la condición
humana. Su complejo protagonista desde el primer momento se nos presenta como
un antihéroe o más bien como un villano encubierto: Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un oscuro sujeto que parece
haber cometido un crimen consigue de casualidad un trabajo en un espectáculo de
feria ambulante en la América de principios de los 40 en donde traba amistad
con su peculiar fauna de freaks, enanos, forzudos y charlatanes varios y sobre
todo con Molly Cahill (Rooney Mara) una joven que se exhibe como controladora
de corrientes eléctricas, Clem Hoately (Willem Dafoe) el director del espectáculo,
y con la supuesta vidente Zeena Krumbein (Toni Collette) cuyo espectáculo de
adivinación le fascina. Dispuesto a sacar tajada en ese mundo, Stanton aprenderá
los trucos de la falsa videncia y eso le llevará a tener su propio espectáculo
y a ser considerado como uno de los más afamados adivinos de EEUU. Una
inquietante psicóloga, Lilith Ritter (Cate Blanchett) se interpondrá en sus
ambiciones utilizando sus potencialidades como charlatán farsante pero también
sus debilidades y oscuros secretos de su pasado.
La película navega entre varias temáticas y recursos estilísticos pero nada resulta incoherente ni impostado en ningún momento. Puede que la forma supere al fondo en no pocos instantes (mucho manierismo estético, más atemporal que propio del Hollywood clásico) y que muchas veces uno se quede con las ganas de que le cuenten algo más, pero el guión adaptado que firman el propio Del Toro y Kim Morgan consigue ser sorprendente y a ratos sobrecogedor. Se perciben más influencias de Todd Browning o incluso de Hitchcock que en la primera versión lo cual es también un aliciente cinéfilo. Y es también una buena noticia para los amantes del buen cine que Guillermo Del Toro este por fin demostrando todo su potencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario