**** y 1/2
Encontrar películas con el esfuerzo narrativo y
discursivo de esta no es nada fácil y por ello es una estupenda noticia la
existencia de Monstruo, filme nipón que
conquistó (merecidísimamente) el premio al mejor guión en el festival de Cannes.
Detrás de ella se encuentra Hirokazu Koreeda, realizador japonés con títulos
como Un asunto de familia o -la más
reciente- la sorprendente Broker que
rodó en Corea del Sur y que ha conseguido un trabajo encomiable y delicioso. Contando
un relato centrado básicamente en las vivencias de dos de preadolescentes la
película no solo aprovecha en tocar de manera notoria temas recurrentes en esa
edad como el bulling, los maltratos y abusos de los padres, la incomprensión y
soledad de algunos niños o la indefinición propia de la edad adolescente sino
que traza una crítica a ciertos aspectos negativos de la condición humana (la hipocresía, las
mentiras, los prejuicios) de los que los y las menores de edad, sin
pretenderlo, pueden ser víctimas por su vulnerabilidad. El hecho de presentar
la historia desde diferentes vertientes y puntos de vista y además de una manera
no lineal en el tiempo añade un plus en lo que es el impresionante espectáculo
narrativo de la película, escrita por el galardonado Yuji Sakamoto. Aunque casi
todo lo que aparece en Monstruo tiene
un tinte totalmente dramático el mensaje final de esperanza y de redención
encarnado en la figura de sus dos jóvenes protagonistas Minato (Soya Kurokawa)
y Yosi (Hinata Hiiragi) resulta reconfortante y emotivo: un canto a al amistad
por encima de todas las circunstancias.
Frente a la historia de los chavales -centrada en un primer momento en Minato- se encuentran las situaciones de varios personajes adultos: Saori (Sakura Ando) la madre viuda de Minato, una joven preocupada por el comportamiento errático de su hijo de quein los profesores dicen que es un abusón y que además ha sido aparentemente golpeado por un docente; Makiko Fushimi (Yuko Tanaka) la directora del colegio desnortada por una desgracia familiar y por los últimos acontecimientos en el centro, y Hori (Eita Nagayama) un joven profesor del que recelan alumnos y el resto de maestros y que acusado de pegar al aparentemente conflictivo Minato comenzará a vivir un calvario y se convertirá en catalizador de los acontecimientos. Yosi, un crío sensible y con excéntricos intereses, es objeto de acoso escolar sin importarle eso demasiado, viviendo su vida al margen también de crudos condicionamientos familiares: se trata del personaje más logrado del filme resultando entrañable la composición del joven actor Hinata Hiiragi. Monstruo no escatima recursos para djar claros todos los matices de la historia y conmover al espectador con un muestrario de comportamientos muy identificables a nivel humano en cualquier latitud y pese las a veces curiosas peculiaridades a ojos occidentales de la cultura japonesa. Un filme de orfebre que vuelve a poner de manifiesto el buen momento que vive el cine del lejano oriente. Estupenda fotografía urbana y costumbrista, interpretaciones magníficas…y la última banda sonora del gran Ryüichi Sakamoto, fallecido en el mes de marzo de este año: una despedida a la altura con una gran película.
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