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Un nuevo buen intento de consolidar el cine de género en España, esta vez sin logros extraordinarios pero cumpliendo más que dignamente propósitos. Salvador Calvo, responsable que fue de Los Últimos de Filipinas (2016) parece empeñado en dotar de una patina internacional a sus producciones rodándolas en escenarios no ya solo no españoles sino alejados de Europa, en este caso presentando una historia (inspirada vagamente en un hecho real) que se desarrolla casi exclusivamente en la zona indio-afganesa del Himalaya. Mezclando una sugerente (pero algo forzada) historia de maduración personal con el drama y el cine de aventuras, Valle de Sombras es una película muy esforzada desde el punto de vista técnico y también bastante efectiva en cuanto a su argumento, pese a algunas irregularidades y el recursos a diversos tópicos. El rodar con gran parte del reparto procedente de la India, Pakisitán o Afganistan, en los idiomas locales y con localizaciones en (muy bellos) lugares reales de la cordillera Himalaya es otro reto que el filme ha superado con admirable eficiencia, con una fotografía obra de Alex Catalán verdaderamente de recibo y a la altura de las circunstancias. No obstante, es en gran parte de soberbia interpretación de Miguel Herrán lo que consigue que esta película posea credibilidad desde la vertiente humanística y dramática de su argumento pese a que la cinta en sí carezca de un clímax acorde a sus propósitos y que en algunas ocasiones se pierda por vericuetos que podían haberse evitado.
Herrán encarna a Quique, un joven que en mitad de un ambicioso viaje aventurero por la zona india del Himalaya junto con su novia, Clara (Susana Abaitua) y el hijo de esta, Lucas (Iván Renedo) ve como estos son atacados y asesinados por unos individuos cuando los tres pernoctaban en una tienda de campaña. Horrorizado, traumatizado y malherido, Quique corre a buscar ayuda por el remoto paraje hasta que es recogido y llevado a una pequeña aldea entre las montañas cercana a un monasterio budista. Los monjes le someten a su disciplina y a sus normas y le comunican que deberá esperar al invierno para salir de la ladea y denunciar en la ciudad el crimen, pero para ello deberá realizar un peligroso trayecto del que puede que no esté preparado. Una joven y enigmática monja budista, Prana (Alexandra Masangkay, un descubrimiento el de esta actriz de origen filipino) y un muchacho del pueblo, Hara (Stazin Gonbo), serán sus mentores en esos extraños días. Rodada con mucha precisión y oficio, Valle de Sombras constituye una nueva muestra de la positiva evolución del cine español en los que a grandes producciones se refiere. Y mencionar también que la música del gran Roque Baños es excelente. Salvador Calvo se postula cada vez más como un director excepcional.
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