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La premisa era atractiva: una hipotética futura guerra civil americana, entre dos facciones cuyas motivaciones e ideologías respectivas no conocemos durante todo el metraje, y todo lo que esto podía conllevar. Pero lo que podía ser una interesante película de distopía política-ficción con su lógico elemento bélico y un millón de aspectos de cualquier tipo por explotar (sociales, políticos, morales, dramáticos) se ha quedado en una película muy apañada y poco estimulante en donde y pese a que el elemento temático central (el periodismo) también podía dar muchísimo de si no se llega a nada con una historia con su intríngulis pero que no aporta nada más que cierta crítica a los límites de la profesión periodística a la hora de recoger y suministrar las noticias, algo que en los reporteros de guerra siempre es más notable. Más drama que acción y cine bélico y aparentemente más crítica social y humana que un vacuo espectáculo de tiros y bombardeos -que por otra parte hay muy poco de ello aunque si en varios momentos violencia más directa y explícita- Civil War pese a todo se queda en la mediocridad. El británico Alex Gartland demuestra ser un director con recursos en producciones más o menos exigentes como esta, pero no consigue que este filme sea ni mucho menos memorable.
La historia comienza cuando la guerra lleva ya cierto tiempo y solo sabemos que al igual que la Guerra Civil americana del siglo XIX hay varios estados “secesionistas” que han abandonado los EEUU y están en contra del gobierno norteamericano oficial. Una fotoperiodista de prestigio, Lee Smith (Kirsten Dunst), ante la inminente caída de Washington DC y del presidente, viaja a Washington para fotografíar todo lo posible de una guerra que parece ya acabar y para entrevistar al mandatario. Junto a ella se unirán su excéptico colega de Reuters Joel (Wagner Moura), el veterano periodsta Sammy (Stephen McKinley Henderson) y la joven aspirante a fotoperidosta Jesse (Cailee Spaeny). El viaje pondrá en relieve los peligros y las contradicciones del mundo del periodismo de guerra (en donde la lucha por conseguir la mejor imagen parece otra guerra en si misma) y los desastres de la guerra. Es precisamente en ste último aspecto donde la película peca de autocomplaciente echándose de menos una denuncia antibelicista más clara: y es que la dialéctica e interacción entre los personajes, muy bien llevadas, no tienen su correlato en una denuncia o al menos en un muestrario de momentos dramáticos o emotivos. Hay escenas impactantes, eso si, y momentos puntuales logrados, pero a media que el metraje va avanzando el sopor termina por adueñarse de todo. Una oportunidad desaprovechada apra hacer una buena película.
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