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En 2015 Pixar revolucionó el mundo de la animación con Inside Out, uno de los mejores filmes de la productora asociada a Disney y una obra maestra de la animación. Aquella encantadora historia que se aproximaba con éxito a los intríngulis de la psicología infantil y sus emociones con unos personajes antropomórficos que representaban cinco sensaciones humanas (Alegría, Tristeza, Miedo, Desagrado e Ira) y que vivían una emocionante aventura cuando su “dueña”, la pequeña Rilley se mudaba a otra ciudad con su familia, como era de esperar ha tenido una secuela que nueve años después de la primera entrega trata de enganchar a un público infantil nuevo y también atraer al público adolescente (en esta ocasión sobre todo este) y adulto, algo que consiguió con la primera película y también en esta pero con un pero: es inferior a aquella en muchos niveles- aunque era difícil que fuese mejor, claro- todo ello principalmente por la ausencia de originalidad y por la reiteración pero también por una premisa que aunque aún más sugerente que la de la primera parte se antoja no muy bien desarrollada. Una pena por que tal vez podíamos estar hablando de una nueva obra maestra. Con todo, esta nueva Del Revés desde el punto de vista técnico es impecable- superior en ese sentido a la anterior- con un diseño y acabado de personajes muy matizado y que roza la perfección y con unos vistosos y cautivadores escenarios de ese mundo onírico dentro del cerebro humano en el que viven las emociones en esta historia, además de un movimiento de imagen y escenarios realista y espectacular. Pero en realidad no hay nada verdaderamente nuevo y falta aquella emoción que poseía Inside Out, pese que haya omentos aquí realmente emotivos y conmovedores tanto para el publico menor como para el adulto, algo que es muy difícil de conseguir en una historia.
Del Revés 2 nos presenta a un Rilley de 13 años (sólo han pasado dos años desde la anterior historia) recién entrada en la adolescencia cuyos cambios en su personalidad y auto percepción también afectarán a las emociones, encontrándose estas ante nuevas situaciones que no aciertan a comprender y con la llegada además de cuatro nuevos sentimientos: Ansiedad, Hastío, Vergüenza y Envidia que terminan expulsando a las cinco anteriores ante un reto vital y fundamental que vivirá la muchachita: su participación en un importante campus de hockey sobre hielo (deporte en el que destaca) y el dilema entre ser una ganadora involucrándose en el equipo de las guays, las populares y las estrellas o ser la Rilley de toda la vida- algo que ella empieza a rechazar- dejando a un lado por ello a sus mejores amigas. La historia de Rilley es tal vez lo mejor de la película -además los escenarios de la “vida real” están sensacionalistamente conseguidos- y se nota como los responsables del filme se han asesorado de adolescentes para ciertos momentos del filme brindando momentos creíbles, identificables y emotivos que todos nosotros hemos sentido alguna vez en nuestro interior especialmente a la edad de la protagonista, aunque se echa en falta una mayor explotación de los (complejos) matices de la pubertad quedándose la historia en un plano autocomplaciente, demasiado amable y por que no previsible. Y por otra parte, la narración concerniente a las emociones, las cuales vivirán una nueva epopeya para intentar que Rilley haga lo correcto, como hemos dicho antes no termina de cuajar. Es muy divertida a ratos la curiosa batalla entre las nuevas y viejas emociones, pero no se percibe aquel encanto de la primera entrega. Tal vez les falta carisma a los “nuevos” y en general un humor más desinhibido en general, algo que la entrega anterior bordaba aunque persiste esa ironía y esos homenajes a la cultura pop que hacía tan atractiva a aquella (aunque yo personalmente quitaría en esta a los absurdos personajes trasunto de Dora la Exploradora que no aportan mucho realmente)
Esta película esta haciendo unas taquillas estratosféricas en España a la hora de escribir estas líneas. Suele ocurrir con las películas de animación que pese a ser teóricamente para el público infantil terminan congregando a varias generaciones. Esta saga, pese a su relativa bajada en calidad actual, se lo merece también, por su honestidad, su sensibilidad, su afán pedagógico y aunque se permita también ciertas concesiones, pero sobre todo porque permite a los más pequeños conocer una sala de cine y el mundo maravilloso que pueden conocer a su alrededor.
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