lunes, octubre 07, 2024

ALAS BLANCAS (WHITE BIRD: A WONDER STORY)

 


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El cine orientado al público adolescente no tiene por que ser comercial, de evasión, de acción, de fantasía, de comedia o en el peor de los casos idiota. A la largo de la historia del cine se han hecho y se siguen haciendo filmes dirigidos a una franja de edad entre los 12-17 años con estupendas historias con didactismo, pedagogía y afán aleccionador. Es el caso de la cinta que nos ocupa, una cuidada producción ambientada en la ocupación francesa en la II Guerra Mundial dirigida por el prolífico, todoterreno y muchas veces entonado Marc Foster (Monsters´s Ball, Cometas en el Cielo, World War Z) quien adapta una novela gráfica de R.J. Palacio, autora de la también llevada al cine Wonder y de la que esta historia es un spin off-secuela-precuela al centrarse el el personaje de la abuela de uno de los personajes secundarios de aquella, el bully Julian Albans (de nuevo interpretado por Bryce Gheisar) el chaval que atormentaba al deforme Auggie, ahora un adolescente que no se encuentra bien en el colegio de donde ha llegado rebotado y al que su abuela (una excelente Helen Mirren) una afamada artista plástica de origen francés tratará de redimir contando la historia de su adolescencia durante el infame periodo de la contienda bélica,cuya narración conforma el grueso de esta emotiva y amable película pese a su previsible crudeza. El mantener la esperanza en las situaciones más adversas, la no discriminación del diferente, el valor de la amistad, la razón y la sensibilidad frente a la fuerza bruta, la lucha contra el fanatismo y la intolerancia, el poder de la ayuda y la solidaridad y el triunfo del amor sobre la guerra son algunas de las enseñanzas del filme ilustradas a través de la historia de la joven Sara Blum (Ariella Glaser) una quinceañera judía que de una vida feliz con sus padres en una bonita casa campestre en el norte de Francia pasa al horror más absoluto con la ocupación nazi. En plena persecución a los judíos, Sara, una niña soñadora y con habilidades artísticas, se verá separada de sus progenitores y tendrá que refugiarse en el granero de la familia de un compañero de clase, Julien (Orlando Schwerdt) también despreciado por sus compañeros por su cojera debida a la polio. Entre ambos jóvenes, ambos en el ojo de mira por sus condiciones de judía y “lisiado” se establecerá una total conexión en una horrible situación límite. El símbolo del pájaro que vuela libre, será el vínculo emocional entre ambos. Sobra decir que este elemento poético cumple un papel fundamental en la historia y lejos de lo sensiblero o del empalago se encuentra estupendamente representado y presente en lo momentos más cruciales del relato.

La ambientación de época de la película es esforzada y bastante conseguida, tal vez algo minimalista si la comparamos con producciones ambientadas en esa época pero muy efectiva. El romance adolescente y el melodrama se encuentran muy bien insertados en el tono bélico y dramático general pese a algunas fallas de ritmo y un guión a veces algo desdibujado, pero la película cumple su función aleccionadora en todo momento. Algunos elementos más o menos simbólicos pueden resultar un tanto forzados (la presencia y ataque de los lobos) pero algunos otros momentos-homenaje, como el que se realiza a Charles Chaplin, son de recibo. Los jóvenes intérpretes, especialmente Ariella Glaser, están muy, muy bien y sus actuaciones aportan todo el sentido a la película. Muy recomendable para ver con niños y adolescentes para que tengan presente ciertos aspectos históricos que nunca han de repetirse. Por que en ese sentido el mensaje de la película es claro: las guerras, el odio, sobran.

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