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y 1/2
El
Oscar a la mejor película extranjera ha sido merecidísimamente para el último
filme de un director tan hábil, dotado, versátil, arriesgado y en definitiva
grande como es el veterano austriaco Michael Haneke, un realizador cosmopolita
que en esta ocasión se deja caer en el cine francés. De las muchas maneras para
contar una historia de amor al límite, Haneke ha escogido la del amor en
contacto con la desgracia y con la muerte, en una etapa de al vida en que esto
ocurre con frecuencia como es la vejez. Y aquí no hay concesiones sensibleras
ni melodrama fácil pero tampoco pesimismo y catastrofismo. Sencillamente, en
este filme se ha tratado de contar las cosas de la manera mas realista posible
sin olvidar que los protagonistas son dos personas de más de ochenta años que
se han amado durante toda su vida y que ahora, ante una perspectiva
descorazonadora y trágica, van a intentar hacer lo mismo. Una película tan
sobria y bonita de ver como triste y desgarrada cuyo mensaje fundamental es que
el amor nunca muere.
El
filme esta totalmente fundamentado en sus dos protagonistas, Georges
(Jean-Louis Trintignat) y Emmanuelle Riva (Anne), un anciano matrimonio de
profesores de música jubilados que trata de mantenerse ante la enfermedad de la
mujer, situación que no será nada fácil para Georges al ver como su esposa, con
daños cerebrales irreversibles, ya no es la que era. Una brillante
interpretación la de la veterana pareja protagonista, especialmente la de Emmanuelle
Riva totalmente creíble y sobrecogedora como una anciana fatalmente demente y
enferma, desde luego que hubiese merecido el Oscar a la mejor actriz. El filme apuesta por una puesta en escena
sobria y realista matizada por la brillante fotografía Darius Khondji y varios insertos simbólicos en momentos
datos que dotan al filme de una melancólica belleza. Nada sobra ni falta en una
película sin exteriores narrada casi linealmente aunque se comience por el
final y en donde más que “crescendos” emocionales hay inesperados arrebatos
como en la alucinante escena-clímax. Haneke ha triunfado en el propósito de
mostrarnos el delicado, atormentado y temeroso universo mental interior de
Georges ante estos momentos difíciles y que además el espectador sea total
partícipe de ellos. Al final, la película deja un regusto agridulce pero
degustable, y esto pocas películas lo logran. Como curiosidad, Merece
mencionarse la presencia del actor vasco Ramón Aguirre en un pequeño papel. Una
película absolutamente recomendable.
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