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Hay
películas que necesitan más de un visionado para poderlas valorar en su justa
medida debido muchas veces a lo desconcertante, extraño o inusual de su propuesta
(por diversos motivos) y La Herida, opera prima
del cortometrajista y montador Fernando Franco es una de ellas. Este joven
realizador ha querido firmar una película dura, áspera, realista y de incómodo
visionado para presentar un retrato lo más fidedigno posible del día a día de
las personas afectadas por el llamado Trastorno Límite de la Personalidad, un mal
psicológico que resulta especialmente duro para quienes lo padecen. Queriendo
inicialmente hacer un documental sobre esta enfermedad y ante la dificultad de
dicho propósito que el propio director encontró, Franco ha decidido hacer un
filme de ficción muy realista y verosímil con un pequeño presupuesto y aspecto
casi de filmación amateur. Como resultado, un drama psicológico-social sin
ningún edulcorante ni ningún subterfugio dramático que resulta alucinante y
sobrecogedor sin efectismos y sin trampantojos. Una película que no deja
indiferente y que no gustará a todo el mundo, pero su honestidad fuera de toda
duda y su buen hacer cinematográfico la sitúan como una de las mejores
películas españolas del año.
Planteada
como el estudio experimental de un sujeto con este problema y como vive con el
día tras día, la película se centra en Ana, una joven treintañera que trabaja
en un servicio de ambulancias para trasladar a enfermos, reside junto con su
madre divorciada y ha dejado atrás una relación presumiblemente tormentosa.
Aquejada, tal vez sin saberlo, de Trastorno límite de la Personalidad, Ana (solo
ante los ojos del espectador) muestra un profundo malestar con su vida y
consigo misma mediante comportamientos extraños, decisiones un tanto
desconcertantes y cambios repentinos de humor, además de otras conductas más
inquietantes como la de infringirse autolesiones. Poco sabemos de la totalidad
de circunstancias de la joven y en ese sentido todo lo presentado en la
película se torna así mas extraño e inexplicable. Sin una estructura narrativa
propiamente dicha, el sufrimiento de Ana y sus vaivenes emocionales son los que
mueven la película entre un maleable fondo de drama social y estudio
psicológico (aunque sin muchas explicaciones). El trabajo interpretativo de
Marian Álvarez en el papel de Ana es de chapó: sobrecogedor, desgarrador,
patético, emocionante. La actriz se ha esforzado en mostrar todos los matices
de la gente con este mal y ha compuesto un personaje realmente turbador que
consigue conmover al espectador especialmente en determinados momentos. Y también es alabable el esfuerzo del
director y guionista en presentar un documento tan realista como
cinematográficamente excelente con profusión de primeros planos, planos
secuencia y ambientación verista. Con un ritmo narrativo casi continuo y
trufado de elementos aparentemente intrascendentes pero en realidad importantes
(hay un par de claves en la película,
que aunque no aclarados dan que pensar) la película triunfa en su difícil y
arriesgada propuesta. Puede que no convenza a todo el mundo y que la poco
gratificante premisa argumental sea del desagrado de mucha gente así como que
la dureza de muchas escenas afecte al espectador mas sensible, pero La Herida
tiene muchos boletos para ser una de las películas españolas más recordadas de
los últimos años.
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