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Un
torbellino de reacciones, polémicas, alabanzas, censuras, reparos,
encontronazos, satisfacciones cinematográficas y en fin, sentimientos
encontrados es lo que ha suscitado la última Palma de Oro en Cannes, un filme
francés directo, honesto y arriesgado cuya polémica precedente a su estreno en
nuestras pantallas le puede otorgar cierta publicidad alimentada por el morbo.
Y es una pena porque La Vie d’ Adele por si sola tiene poderosos
argumentos cinematográficos -nada comerciales- que la conviertan en una obra
tan degustable como desconcertante, sinuosa y desde luego que no convencible
para todo el mundo. La historia de amor y convivencia entre dos mujeres jóvenes
es lo que cuenta esta película durante tres horas- una duración tal vez
excesivamente larga que pone en evidencia que sobra algún que otro minuto de
metraje- de una manera descarnada, nada edulcorada y sin doble moral en un crónica
de desarrollo de una relación de amor y sexo contada desde las tripas y desde
el corazón. No se trata de una película lésbica, como muchos medios ya la han
tildado, ni dirigenta preferentemente al colectivo homosexual y tampoco es
probable que se convierta en una película de culto gay por numerosas razones.
Abdel Kechciche, director galo de origen tunecino, se ha inspirado libremente
en un cómic de culto obra de la joven dibujante y guionista Julie Maroh El azul es un Color Cálido, quien pese a
saber que el director iba a hacer una adaptación libre de su cómic no se ha
sentido del todo satisfecha con esta adaptación, polémica esta que es una
menudencia comparada con otras que ha originado el filme. Con todo, el hecho de
que una película basada en una bande
desiné haya ganado el primer premio en Cannes es un punto de inflexión que
desde luego que enaltece el noveno arte como una fuente de grandes historias y
que debe de dignificar un campo habitualmente ignorado y desprestigiado al que
el cine rara vez le ha hecho justicia.
La
historia narrada durante varios años de la joven Adèle (Adèle Exarchopoulos),
que en su adolescencia descubre su condición de lesbiana para entregar todos
sus sentimientos, pasión y sexualidad a una aspirante a artista llamada Emma (Lèa
Seydoux) una joven mas madura, vital y enigmática que termina aclarando el
embrollo afectivo de Adèle, una joven que parece luchar contra si misma y que
termina entregándose totalmente a Emma, algo de los que en ocasiones parece
huir conforme pasa el tiempo. Aquí conviene señalar el absoluto embrollo
conceptual-estilístico-formal de esta película que muchas veces lleva al
desconcierto y a la duda sobre el sentido de lo que se esta viendo, ya que el
director en su afán confeso por echarlo todo en esta historia ha contado con la
complicidad de dos actrices realmente excepcionales cuyo trabajo (también
premiado en Cannes) muchas veces va más allá de lo que se haya visto en las
pantallas y en ese sentido muchas veces es difícil de describir las aristas cortantes
y los recovecos de una historia hecha con emociones muy bien contadas y
descritas pero enormemente cambiante y hecha de diferentes capas. Así, el tono
sexual y erótico que preside el filme parece apropiarse de los puntos clave de
la historia sin que la (nada edulcorada) historia de amor pierda peso ninguno,
pero la manera en la que se presentan las relaciones sexuales entre las dos
chicas (elemento pivotal en el filme) realmente sorprende: cerca de 20 minutos
de sexo lésbico aparentemente real (salvo algún lógico “fingimiento”) bastante
explícito que ha levantado algunas ampollas y que acerca esta película
sutilmente al género pornográfico. El resultado final del filme, sin embargo,
resulta lo suficientemente convincente si nos liberamos de prejuicios para
eludir cualquier polémica fácil…algo de lo que no se libra su director, que ha
sido denunciado por Lèa Seydoux por extenuar a las actrices intentando que “lo
den todo” y por su intenso trabajo bajo un aparente yugo tiránico. El propio
Kechciche antes de recibir la
Palma de Oro se arrepintió de rodar esta película que aún le
está trayendo muchos quebraderos de cabeza. Pero todas estas cosas aparte,
tenemos ante nosotros una película inusual y honesta que será amada y odiada a
partes iguales. Por lo menos el que aquí suscribe se enmarca dentro del primer
grupo, aún considerando que no llega al nivel de absoluta obra maestra.
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