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Es
de agradecer que de vez en cuando se vuelva a echar mano del material de
creadores que han dado tan buenos momentos tanto literarios como
cinematográficos como Patricia Highsmith (1921-1995), una de las mas grandes
escritoras de suspense del siglo XX, que es quien firmó esta novela en la que
esta basado este estilizado e interesante thriller que remite inevitablemente a
Hitchcock (que ya dirigiese la mejor adaptación de Highsmith a la pantalla, Extraños en un Tren (1951) y a otras
adaptaciones cinematográficas aunque en un tono menor y menos ambicioso ya que
la historia novela original, escasamente conocida, tampoco es especialmente
atractiva y si bastante vista; en ese sentido que nadie se espere algo similar
a A Pleno Sol , El Talento de Mr.Ripley (adaptaciones una misma novel) o El Amigo Americano películas todas ellas
protagonizadas por el personaje mas famoso de Highsmith, Tom Ripley. The Two Faces of January, dirigida de
manera efectiva aunque rutinaria por Hossein Amini es una película que se sigue
con atención pero que no logra transmitir credibilidad en una historia de
timadores, crímenes, amor, celos y huida de la justicia que se queda en lo
correcto y también en lo anecdótico pese a un diseño de producción cuidado y a
unas buenas interpretaciones.
Los McFarland (Viggo Mortensen y Kirsten Dunst) un
glamouroso pero un tanto intrigante matrimonio norteamericano se encuentra de
vacaciones a todo lujo en Grecia a principios de los 60 cuando conocen a Rydal
(Oscar Isaac) a un guía también estadounidense aficionado a los timos y
sablazos: La amistad iniciada entre ellos- que tiene visos de ser interesada-
llevará a que Rydal sea cómplice e encubridor de un crimen que Chester
McFarland tratará de ocultar con la obsesión sobre todas las cosas de proteger
a su mujer, pero eso no será nada fácil. Acusaciones, líos amorosos, huída de
la justicia y escondites varios recorren una historia con algún altibajo pero
siempre efectiva e inteligente que puede que no guste a los menos amigos de los
thrillers. Sin embargo el ritmo decae al final y la sensación, que hasta
entonces mantenía bien el tipo, se queda algo agridulce sin que por ello la
película deje de convencer. Vistosos escenarios griegos y buena música del
donostiarra Alberto Iglesias- cada vez más reputado internacionalmente- en una
película para pasar un rato más que entretenido de cine negro.
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