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Peplum
revisitado. Una vez más, Hollywood rescata las temáticas- más que la estética y
las pretensiones- de aquel subgénero que arrasó las taquillas de todo el mundo
en los 50 y 60 pero, claro está, con el lógico cambio de gustos del público
hacer en la actualidad un filme sobre historia de civilizaciones de la
antigüedad (ya bien sea egipcios, griegos, romanos, o como en este caso, temas
bíblicos) se ha visto ya que requiere de otros códigos y recursos estilísticos
y/o narrativos más contemporáneos. El veterano y legendario Ridley Scott, cuya
última obra maestra fue precisamente un neo
peplum (Gladiator, 1999) sigue a
sus 77 tacos desde hace tiempo empeñado en rodar prácticamente una película
anual aunque su filmografía desde 2000 sea muy irregular -con la excepción de American Gangster – y su última El Consejero haya sido un auténtico
pestiño: pero el peso de la profesionalidad (y de la leyenda) es grande y
Scott se ha vuelto a atrever de nuevo
con una superproducción en la que retoma la historia del profeta Moisés, ya
contada en un clásico inmortal como Los
Diez Mandamientos (1956) de Cecil B. DeMille y otras versiones
cinematográficas, televisivas o animadas. Rodada en España (Andalucía y
Canarias) y en los estudios Pinewood de Londres, Exodus es un filme que apuesta decididamente por el espectáculo
visual pero sin desdeñar el sustrato
genuino de la mítica historia, una mezcla de epopeya, aventura, filosofía,
humanismo, drama psicológico íntimo y religiosidad, aunque eso sí, todo tocado
superficialmente. Scott convierte aquí el episodio bíblico del éxodo del pueblo
hebreo liderado por Moisés desde Egipto hasta Israel en una suerte de historia
de superación protagonizada por un personaje dubitativo, a veces confundido,
otras ambiguo pero finalmente heróico e intachable moralmente como es el
profeta que encarna con aplomo y convicción un esforzado Cristian Bale aunque
da la sensación constante de que el personaje había podido dar mucho más de sí.
Así, con un guión un tanto moroso a la hora de contar una historia sobradamente
conocida por casi todo quisque y una excesiva supeditación a los efectos
especiales (espectaculares), las escenas de acción (más que logradas) y los
escenarios (impresionantes), Exodus se queda en una correcta película que
posiblemente deje frío a más de uno pero que también convencerá a un amplio
sector del público.
Con notable participación española en la producción y un eficaz pero poco aprovechado reparto internacional, la película atesora muy buenos momentos pero su un tanto desmadejada narración y unos diálogos a veces mejorables así como unos recursos estilísticos que plantean serias dudas- las conexiones divinas de Moisés con el niño que representa a Dios (que no puede ser más repelente) a veces caen en el ridículo- dejan la película en un extraño quiero y no puedo. A parte de Bale y Joel Edgerton, que interpreta brillantemente al faraón Ramses, casi ningún otro actor destaca especialmente con algunas intervenciones de intérpretes de postín como Ben Kingsley, John Turturro o Sigurney Weaver que en ocasiones se reducen casi a meros cameos. La española María Valverde en cambio si irradia credibilidad como Zipporah, la esposa de Moisés. Ridley Scott demuestra oficio y talento (las escenas de las plagas son de lo mejor del filme) pero ya poco se puede esperar de él. Al final, mucho ruido y pocas nueces.
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