EL NIÑO 44 (CHILD 44)
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Aunque
se ha logrado conjugar bastante bien la crónica-denuncia histórica, el thriller
político, el terror de psicópatas y el drama psicológico, esta bien
intencionada película inspirada en una novela de Tom Ron Smith a su vez vagamente
basada en el célebre caso del Carnicero de Rostov – aunque se ha cambiado la
temporalidad de aquella historia real acaecida en los 70 y 80 a los años 50- peca muchas veces de insuficiente e irregular
a causa de un manejo un tanto precipitado del material de partida. Dirigida con
clase por el sueco de origen hispano Daniel Espinosa, esta coproducción
USA-UK-Chequia-Rumania con un largo reparto internacional de británicos,
checos, suecos, rusos, franceses resulta ya de por si sugerente con su cuidada
ambientación de la oscura URSS de Stalin y la perfecta caracterización de su
pérfido mundo burocrático y militar condicionado por un totalitarismo que caía
plenamente en el terrorismo de estado y una brutal represión que convertía en
enemigo del país a cualquiera mínimamente disidente con algún precepto del
primer régimen soviético- lograda con una proliferación de imágenes filmadas
con escasa luz y mediante un recurso frecuente a imágenes y situaciones
violentas y desagradables totalmente gráficas-, pero a la hora de mostrarse
narrativamente hablando el conjunto no termina de ser redondo. Y es una pena
porque la premisa de partida podía prometer una gran película pero nos quedamos
con un filme correcto sin más que tampoco será del gusto de todo el público.
El
británico Tom Hardy, cada vez más de moda, interpreta con total convicción a un
personaje ambiguo, complejo y fascinante- desde luego, de lo mejor de la
película, el agente especial del servicio secreto de la URSS Leo Demidov, un
joven huérfano desde niño criado en el odio y la brutalidad stalinista y que no
duda en utilizar la violencia en cualquiera de sus formas para conseguir sus
propósitos, ni en ajusticiar a traidores y ni si quiera en poner en serios
problemas a su prometida espía y disidente Raisa (Noomi Rapace), pero que
poseedor de un férreo idealismo y de un enorme sentido del deber no dudara en
enfrentarse a las temibles autoridades soviéticas de los 50 para saber toda la
verdad sobre las misteriosas muertes de unas serie de niños asesinados cerca de
diferentes estaciones ferroviarias de Rusia, muertes que el régimen atribuye a
accidentes ya que el crimen común sencillamente “no existía” en la URSS de poco después de la
II Guerra Mundial. El antihéroe Demidov
comienza entonces una investigación tan opaca y tenebrosa como el propio país,
un lugar en donde la violencia, la destrucción y el fanatismo campaban por sus
anchas promovidos por las propias autoridades y del que el atormentado y
contradictorio comportamiento de Demidov era hijo directo. Es precisamente el
drama interior del protagonista- incapaz de algunos actos de humanidad básica
por su educación escorada al fanatismo pero ansioso por librarse de esa
insoportable atadura – lo más logrado de un filme que no debe verse como un
mero filme político o histórico ni como un thriller de serial killers. Gary
Oldman, Paddy Considine, Vincent Cassel, Fares Fares o Charles Dance son otros
de los actores de un largo reparto que funciona con una enorme eficacia. No
apta para espectadores sensibles y si recomendable para amantes de los
thrillers con cabeza.
JURASSIC WORLD
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Más
de lo mismo en la cuarta entrega de una saga es algo que desde luego no invita
ir a ver la película en cuestión aunque se trate de una nueva entrega de una serie
cinematográfica como la de Jurassic Park,
cuyo primer filme homónimo estrenado en 1993 y dirigido por Steven Spielberg
hizo saltar las taquillas de todo el mundo además de revolucionar los efectos
especiales por ordenador. Ya lejano en el tiempo aquel boom de la dinomanía que
el filme provocó a principios de los 90 y con aquella primer entrega
considerada ya un clásico del cine ci-fi de los últimos años- aunque se trate
de un filme muy irregular y que además no ha envejecido demasiado bien- un
regreso a aquel parque zoológico-temático en donde se resucitaban dinosaurios
vía genética y que terminó como el rosario de la aurora se antoja una jugada
comercial más escorada a la nostalgia y el revivalismo que a reactivar con un
mínimo de fuste una idea de cuya última entrega ya han pasado 14 años – las
continuaciones fueron The Lost World
(1996) y Jurassic Park III
(2001)- y por ello resultado final ha
sido un enésimo refrito de todas las ideas previas vistas en el Jurassic Park original. Spielberg, director de los dos
primeros filmes vuelve a ejercer aquí solamente de productor ejecutivo al igual
que en Jurassic Park III cediendo el
rol del director al semidesconocido Colin Trevorrow quien hace lo que puede en
un filme supeditado a los efectos especiales y a toda la parafernalia
catastrofista originada por los dinosaurios del parque de Isla Nubla,
destrozos, dentelladas y comidas humanas incluidas. Lógicamente el escritor y
cineasta Michael Crichton creador de las dos novelas en las que se basaron los
dos primeros Parques Jurásicos y
fallecido en 2008 no tiene nada que ver
en este nuevo filme y es muy dudoso que le hubiese gustado aunque todas sus
(mil veces repetidas) ideas están presentes en este rutinario y predecible
filme veraniego.
Resulta
significativo que este Jurassic World
obvie la existencia de la segunda y la tercera entrega y se postule como una
especie de segunda película tardía tratando de resetear el devenir de la saga
situándose prácticamente en el mismo lugar de partida que el filme original de
1993. Ya han pasado 22 años desde los trágicos acontecimientos en el primer
Jurassic Park pero pocos años mas tarde el complejo recreativo repleto de
diferentes especies de dinosaurios clonadas consiguió abrir sus puertas
rebautizado como Jurassic World y funcionando a pleno rendimiento. Pero ante un
ligero descenso de público el nuevo propietario del parque, el empresario indio
Masrani (Rifan Khan) y la ambiciosa gerente del complejo Claire (Bryce Dallas
Howard) han ideado una nueva especie de dinosaurio a partir del Tiranosaurus
Rex pero con significativas mejoras genéticas como nuevo reclamo para el
público. El Indominus Rex sin embargo pronto empezará a hacer de las suyas
justo el día en que los sobrinos de Claire, un adolescente y un niño, visitan
el parque. Owen (Chris Pratt) el cachas
entrenador y cuidador de los velocirraptores se verá pronto en la
tesitura de meterse en el embolado en cuanto se da cuenta de la
irresponsabilidad de la empresa creando un dinosaurio más inteligente y
poderoso que cualquier otro y de que tiene que proteger a los sobrinos de su
jefa y a todo el personal y visitantes del parque además de, porque no, tratar
de ligarse a esta. Una historia repetitiva en resumidas cuentas y en donde los
golpes de efecto se hacen necesarios para mantener la atención del público en
forma de gore light, acción desbocada, romance barato, villanos tópicos y una
completa lista de diferentes especies de dinosaurios eso si bastante bien
presentados y en donde por supuesto destaca el temible Indominus. De nuevo hay
crítica a los peligros de la investigación genética y a la ambición empresarial
sin medida esta vez con cierto oportuno mensaje pacifista y ecologista. Ni tan
siquiera algún buen momento aislado salva a este filme de la mediocridad. No
obstante puede ser una buena opción para mantener distraída a la chavalería de
entre 11 y 14 años este verano.
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