UN DIA PERFECTO
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y 1/2
El
intento de Fernando León de Aranoa de dar un salto cualitativo hacia un cine
con vocación más internacional sencillamente no ha dado el resultado
esperado. Ampliando su registro temático
de la problemática social y económica española - que quedó retratada en Barrio o Los lunes al sol, cintas ya emblemáticas del cine español de los
últimos años- hacia temas que sin dejar el docudrama y el apunte verista tienen
un alcance geográfico más global, el realizador madrileño se ve poco atinado en
Un día perfecto, una cinta española
rodada en un inglés con un eficaz reparto internacional con estrellas de
Hollywood incluidas y ambientada en la guerra de los Balcanes de los años 90.
No parecía a estas alturas muy propicio volver la mirada a aquel funesto
conflicto bélico que ya originó varios filmes pero lo cierto es que esta trata
de ser algo más que una película bélica que nos cuenta una historia mil veces
oída, sino un esforzado retrato de los avatares del esfuerzo humano en situaciones
límite no exento eso sí de la esperable denuncia de los desastres de la guerra.
Tomando como partida una novela de Paula Farias, León de Aranoa ha trazado una
película irregular donde pese a que el drama se alía excelentemente con la
comedia falta emoción, credibilidad, mayor desarrollo de los personajes y un
retrato un poco más certero de la contienda bélica en la antigua Yugoslavia,
aquí reducida a un escenario apenas explicado y eso deja cojo al filme a la
hora de matizar sentimientos y motivaciones de los personajes y determinadas
situaciones. Un desarrollo lineal con elementos de western y de road movie que
solo a ratos logra enganchar y en donde
se suceden momentos inspirados y otros de mero relleno.
Un
pozo con un cadáver en una población en plena guerra desencadena la acción
cuando un grupo de cooperantes de varios países ante la rotura de la cuerda que
utilizaron previamente para sacar el cadáver deciden recorrer la zona más
próxima para ir a buscar otra cuerda en
una búsqueda que será todo menos sencilla. Mambrú (Benicio del Toro), un
puertorriqueño que se erige involuntariamente en jefe de la misión, B (Tim
Robbins) nortemericano, Sophie (Mélanie Thierry) francesa, Katya (Olga
Kurylenko) rusa, junto con el intérprete bosnio Damir (Fedka Stukan) y un niño
abandonado por sus padres ansioso por recuperar su balón en la casa en donde
vivió (Eldar Residovic) serán los protagonistas de una historia a ratos
entretenida pero muchas veces tediosa y predecible. No hay nada que reprochar
al multinacional elenco interpretativo que funciona compenetrado y entregado
pero sus personajes, apenas esbozados con historias de fondo pésimamente
tratadas no dan para más (hay algunos como el de Sergi López que no pintan
demasiado en lo que no es poco más que un cameo del actor catalán). La puesta
en escena ágil y dinámica y un potente montaje perfectamente adecuado para este
tipo de películas (ayuda mucho además el poder haber transformado un agreste
paisaje granadino en una árida zona de guerra en los Balcanes) no logran
enderezar un filme irregular y fallido pese a sus muy buenas intenciones. Una
importante revalida cinematográfica debido a la ambición económica y temática
de este filme que Fernando León de Aranoa por desgracia no ha pasado y ya es su
segundo traspiés desde Amador (2010).
Veremos si se va recuperando.
RICKI
(RICKI AND THE FLASH)
*
En
los últimos años cada vez que Meryl Streep hace comedia nada bueno puede
esperarse de la calidad de sus películas. La veterana e hipergalardonada actriz
parece últimamente abonada a comedias destinadas a un público familiar
tendiente a la mediana edad (es decir, a los padres y madres de las familias)
en productos tan inofensivos como esta Ricki
and the Flash, un vehículo para su lucimiento en donde la intérprete nos
muestra sus dotes canoras interpretando a una vieja rockera que realiza bolos
en bares mientras su ex marido e hijos adultos hacen sus vidas aparentemente
normales y respetables al margen de la irresponsabilidad de la susodicha Ricki.
Un papel que la actriz interpreta correctamente en un conjunto en donde sobre
predecibilidad, moralina y chistes con poca gracia. Jonatahan Demme, en otro
tiempo un director apreciable (El
Silencio de los Corderos, Philadelphia) pierda el tiempo y el norte con esta
nada convincente mezcla de comedia y melodrama familiar con algun leve apunte
musical – un pobre reencuentro de Demme con la música después de haber dirigido
multitud de videoclips en los 80 y 90 además de documentales musicales como el
mítico Stop Making Sense (1984) con
Talking Heads)- que solo sirve para pasar el rato.
A
Streep le secundan en este filme Kevin Kline, el televisivo ochentero y rockero
Rick Springfield o su propia hija, Mamie Gummer, clavadita a su madre y con
bastante madera de intérprete versátil como su progenitora. El filme es una
sucesión de enredos familiares, malentendidos predecibles y un muestrario
manido de los efectos del regreso de una madre peculiar y disfuncional a un
hogar que aspira a la armonía pero que también tiene sus miserias. Solo para
fans de Meryl Streep.
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