jueves, marzo 03, 2016

AVE CESAR (HAIL CAESAR!)




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Ya no sorprenden tanto, pero siguen siendo grandes. Si, Joel y Etan Coen siguen haciendo estupendas y geniales películas después de más de 30 años de su debut con Blood Simple (1984) y continúan regalándonos diferentes emociones cinematográficas ya bien sea desde el drama o la comedia y siempre con sus peculiares señas de identidad basadas en la hibridación en mayor o menor de ambos géneros mencionados y en la hipérbole estilística y narrativa con el sempiterno poso de ironía y la presentación de personajes muy trabajados metidos en variados y rebuscados embolados. En esta ocasión, los hermanos de Minnesota vuelven la vista una vez más al pasado y en esta ocasión nos trasladan al Hollywood dorado de los años 50 para acometer su registro preferido: la comedia. Hail Caesar!, efectivamente es una comedia de personajes cercana a Quemar después de leer, Un tipo serio o incluso a Fargo o  El Gran Lebowsky con una clara intención, que no es otra que la de hacer mofa y befa de la época de las grandes superproducciones de los grandes estudios y todo el guirigay que se movía alrededor del mundillo de la industria cinematográfica estadounidense en aquellos años inmediatamente posteriores al fin de la II Guerra Mundial y en plena eclosión de la Guerra Fría. Ayudados por un reparto coral plagado de rostros conocidos, los Coen hacen un retrato de la doble moral norteamericana de aquellos años en los que se trataban de enaltecer los valores tradicionales y del American way of life por encima de todo y en donde el cine no hacía más que expresarlos y mostrarlos a la audiencia de una manera idealizada y pelín burda. El rodaje de un ficticio peplum, Ave Cesar! (con referencias inequívocas a legendarias producciones reales como Quo Vadis o Ben-Hur) género popular donde los haya en los 50, es la excusa que nos adentra en Hollywood tratado con el mismo afán desenfadado, desmitificador, irónico y caricaturesco que los Coen han mostrado en otros filmes y en donde sus protagonistas- actores, productores, directores, demás gente del cine y todos los que se movían alrededor de ellos como abogados, periodistas y agentes- se mueven de manera tan incierta y poco real como las ilusiones ficticias que trataba de transmitir el Hollywood de los años dorados.

La sátira humana, social y política está presente en la rocambolesca historia del secuestro de la estrella Baird Withlock (George Clooney, colaborador habitual de los Coen), el protagonista de Ave Cesar! que desparece  poco antes de terminar el rodaje ante la desesperación del atribulado productor del filme, Eddie Manix (Josh Brolin) un tipo duro que duda en dejar el negocio por otro “más serio” y que tiene que lidiar además con otros elementos de su estudio: el mediocre y tarugo actor de western Hobie Doyle (Alden Ehrenreich) al que le están tratando de convertir en actor dramático con desesperantes resultados pese a los esfuerzos del peculiar director Laurence Laurentz (Ralph Fiennes), la bella diva DeeAnna Moran (Scarlett Johannson) cuya futura maternidad estando soltera trae de cabeza a Manix, el apolíneo actor de musicales Burt Gurney (Channing Tatum) con unos antecedentes ideológicos dudosos o las gemelas periodistas Thora y Thessaly Thacker (Tilda Swinton) que amenazan con destapar un desliz del pasado de Withlock. Y mientras tanto, Withlock parece haber caído en manos de alguien que perece todo lo contrario de lo que Hollywood quiere representar. Como siempre, una perfecta ambientación histórica no exenta de la exageración y la caricatura marca de la casa Coen- un Hollywood y una América en definitiva tan de cartón piedra como sus propias producciones- un incontenible amor cinéfilo en donde se homenajea entre el respeto y la broma a géneros clásicos como el western, el melodrama, el musical o el ya citado peplum con descacharrantes fragmentos de películas ficticias- con bromas estilísticas merced a los usos cinematográficos de aquella época- y un sarcástico apunte sociopolítico. Trampantojos habituales de los Coen como la inserción de elementos sin ninguna relevancia real en la trama o personajes más bien anecdóticos pero que no dejan indiferente a nadie también aparecen en una película disfrutable y deliciosa que es sobre todo un chiste cinéfilo de lujo.  

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