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Jia Zhang Ke es uno de los directores más interesantes
del cine chino en los últimos años con filmes como Un toque de violencia o Más
allá de las montañas y en esta ocasión ha vuelto a dar en el clavo y mucho
con un thriller-drama que refleja un aspecto bastante negativo de la nueva
situación de opulencia de la
República de China, uno de sus muchos reversos que convierten
al país asiático en un coloso con los pies de barro, como es el de la
consolidación del las mafias criminales. Por ello no se trata de un thriller
más sino de una reflexión sobre como la cultura de la violencia y del
enriquecimiento fraudulento está emponzoñando la existencia de muchas personas
hasta convertirlas en inseguros títeres de un modo de vida más bien suicida y
al límite de todo atisbo de humanidad. Tomando como punto de vista el de una
mujer integrante y miembro más o menos destacado de una mafia local, Zhang Ke
nos sumerge en una historia de caída e intento de subsiguiente de redención que
no solo será complicado sino que pondrá de manifiesto que la actividad del
crimen organizado en un contexto social contradictorio, endeble y en definitiva
moralmente frágil es una manera de vivir de la que resulta casi imposible
sustraerse sobre todo pata una mujer como la protagonista, Qiao, que trata
desesperadamente de ser alguien en un país aún enormemente machista.
De nuevo el director ha recurrido a su esposa y actriz
fetiche, Tao Zhao, para el rol protagonista, haciendo una solvente actuación que
muestra perfectamente el duro camino de una mujer que tras ser encarcelada
siendo inocente para defender a su novio Bin (Liao Fan), el líder de la banda,
emprenderá un tortuoso camino de alejamiento del mundo delictivo en donde sus
sentimientos hacia Bin pesarán demasiado a sabiendas que ella misma sabía que
no debía enamorarse de un hombre así. El elegir entre el bien y el mal, esto
último personalizado en Bin, es lo que se le plantea a una mujer demasiado
tiempo en el lado oscuro de la existencia para darse cuenta de lo que es ético
y lo que no lo es. Al final, Qiao se quedará con lo que ella cree que mejor le
puede ayudar con o sin Bin. Todo este dilema moral está muy bien presentado en
una película que no es nada condescendiente con la realidad China actual aunque
sea mostrando las contradicciones de todo un país mediante un aspecto concreto
y rebuscado y echando mano de recursos cuasi alegóricos donde no falta algún
detalle fantasioso y desconcertante.
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