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Curioso el experimento narrativo que se ha marcado el
cineasta italiano Pietro Marcello con una curiosa adaptación semi libre de la
novela de Jack London de 1909 Martin Eden.
Su singularidad reside no ya solo en el traslado de la acción de Estados Unidos
a Italia sino en su extraño juego con el marco temporal supeditado a lo que se
desea enfatizar en la narración reforzando aún más si cabe la condición de
historia de ideas del relato original. Nos encontramos en una Italia que al principio
parecen los años 60 del siglo XX, para luego pasar a los 80, retroceder a los
30, después al principio de dicho siglo y así con continuos saltos para adelante
y atrás concluyendo en el comienzo de la
II Guerra Mundial y todo con los mismos personajes y con una historia lineal. Por
muy bizarro que parece dicho procedimiento el resultado es sencillamente magistral
en su afán experimental y no consigue ninguna incoherencia de magnitud y si un
más que interesante espectáculo cinematográfico aumentado además por sus imágenes
deslumbrantes y su cuidado montaje. El León de Oro del festival de Venecia de
2019 avala la excelencia de este filme.
Aunque la novela original no se desarrollaba en Italia como hemos dicho antes, el país mediterráneo parece el marco ideal y casi único para esta historia (y sin apenas cambar el enfoque), poniendo en relieve de manera crítica ciertas contradicciones históricas y sociales en la Italia del siglo XX que el protagonista del relato cataliza sin desdeñar un claro y universal mensaje social. El marino casi analfabeto Martin Eden, aquí italiano e interpretado con enorme fuerza por Luca Marinelli, desea ascender intelectualmente (y socialmente) por su amor hacia Elena Orsini (Jessica Cressy) una joven de familia pudiente y de tradición intelectual y tras aprender a escribir correctamente decide convertirse en escritor y más tarde y sorpresivamente tornará en una intelectual significado alcanzando el éxito y la fama pero también generando enemistades por sus ideas sobre el individuo y sobre la moral al tiempo que su relación con Elena parece resentirse. Su ritmo un tanto rápido que casi reduce la narración al cuento simplificado y su querencia por los diálogos, tanto sencillos como intrincados, son recursos que demuestran funcionar y hacen que el espectador siga correctamente una trama que a veces puede resultar algo incoherente y forzada principalmente por su atemporalidad histórica (un elemento que refuerza el carácter de fábula). Siguiendo a su manera la estela del costumbrismo y del neorrealismo italiano, este Martin Eden es un filme original y vistoso y se echaban de menos en las pantallas películas así.
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