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No es nada nuevo decir que el género de los superhéroes en el cine da de si lo que a y que rara vez es capaz dar algo de calidad, pero ya cansa la inercia de negocio rápido en la que se ha metido que ha llevado a que proyectos que en su día empezaron con cierta enjundia, caso de las adaptaciones a la pantalla de Wonder Woman por parte de Warner Bros, estén ya haciendo aguas a la primera de cambio con esta segunda entrega específica sobre el personaje creado en 1941 por William Moulton Marson tras una primera parte estrenada en 2017 bastante aceptable. De nuevo dirigida por Patty Jenkis, aquel esforzado trabajo de hace tres años en donde la acción en la I Guerra Mundial daba lugar casi a una peli de aventuras a la antigua usanza ha dado paso a un producto previsible, malamente comercial y lastrado por un guión infantil y repleto de clichés dentro del mundo de la acción superheroica. Jenkis se limita a imbuir como principal credencial del filme un exceso de acción desbocada y espectáculo visual merced a unos competentes efectos especiales: poco más hay de asidero, salvo quizás la presencia de una actriz que podría lucirse en papeles de mayor enjundia como es Gal Gadot. La bellísima intérprete israelí, que vuelve a ser Wonder Woman/Diana Prince, demuestra buenos recursos interpretativos que no deberían caer en saco roto.
Por lo demás, poco hay que destacar en una película
que ni tan siquiera alcanza con fluidez el propósito de los filmes de este género,
que es el de entretener. Los Villanos son más que planos; Pedro Pascal que da
vida a un Max Lord en plan empresario megalómano donaldtrumpiano con un poso más
esperpéntico e infantil que caricaturesco mientras que Kirsten Wiig es Barbara
Minerva/Cheetah, un personaje con una evolución demasiado deja vu de otras
historias. Por no hablar del regreso-resurrección de Steve Trevor de nuevo
encarnado por Chris Pine, un auténtico despropósito narrativo. Por si fuera poco, el mensaje de la película,
queriendo ser humanista y lleno de ética termina siendo malamente simplón y reaccionario
(el climax final del filme es un nuevo despropósito) Si el presente comercial
del cine es este tipo de películas, aviados estamos.
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